
Cuando mi esposa me dijo, completamente desnuda y llorando en la cocina, que la habían violado en la playa, según ella la cara que puse fue algo indescriptible. Era una mezcla entre un alegre gozo, y una triste frustración.
Mi esposa y yo recién, nos habíamos mudado a la casa que habíamos alquilado frente al mar, habíamos agarrado la costumbre de salir a caminar, o correr por la playa, ocasionalmente después de cenar, por aquello de hacer la digestión, distraernos un poco, y desde luego hacer algo de ejercicio.
Pero luego de un tiempo, me nombraron profesor a tiempo completo en la universidad, por lo que tuve que salir bien temprano, por lo que dejé de salir a caminar junto a mí esposa, para irme a la cama más temprano.
Mi esposa a todas estas me dijo que ella no pensaba cambiar su rutina, aunque yo, le había pedido que no lo hiciera, diariamente después de cenar, antes de ducharse y desde luego antes de acostarse, continuó saliendo de noche a caminar y correr ella sola por la playa.
Por lo general se pone sus audífonos, y mientras escuchaba algo de música, en su teléfono Android hacía ejercicio.
Su atuendo, a mi juicio siempre es algo provocativo, unos pantaloncitos bien cortos, y apretados, una camiseta sin mangas, sin sostén, sus zapatos de correr, su gorra, y más nada.
Por lo general salía de casa, atravesaba el patio trasero, y tras cruzar la vieja carretera que bordea la playa, siempre ella comenzaba a caminar por la orilla de la playa, en dirección al oeste, para al mismo tiempo disfrutar de una hermosa puesta de sol.
Pero un día, que en lugar de ir a correr por donde siempre se dirigió, en sentido contrario, y comenzó a correr hacia el este.
En ocasiones mi esposa y yo habíamos tomado esa ruta, pero como es más solitaria, y las personas que andan por esos lados, no tienen una buena facha, siempre ella se dirigía hacia el oeste, excepto en tarde que decidió ir en sentido contrario.
Según me dijo, ella estaba tan ensimismada en su música, y correr, que no se dio cuenta de lo mucho que se había alejado de la casa.
Como tampoco se dio cuenta, de que en cualquier momento se iba a desatar una tormenta, además mientras corría había pasado a un grupo de hombres.
Pero al llegar como a unos dos kilómetros de casa, cuando comenzó a sentir la lluvia cayendo fuertemente sobre ella, decidió regresar, pero al pasar un recodo de la playa, en el que la carretera se separa de la playa, se encontró de frente, como con unos cuatro o cinco hombres, que de inmediato le cerraron el paso.
Mi esposa me dijo que se sorprendió al verlos, y que ni idea tenía de donde habían salido, y aunque ellos eran un grupo de jóvenes, pero por su manera de verla, y las cosas que se dijeron entre sí, ella supo de inmediato que era lo que ellos tenían en mente hacerle.
Aunque trató inútilmente de escaparme de todos ellos, todo su esfuerzo fue en vano, ya que antes de que ella pudiera llegar a dar un par de pasos, sintió como un sin número de manos la agarraron por todas partes, a medida que la fuerte lluvia continuaba cayendo sobre todos, y en el medio de la oscuridad, a lo lejos escuchaba los fuertes truenos y el resplandor de los rayos, producto de la tormenta.
De inmediato la tiraron sobre la ya mojada arena, y entre los cuatro, rápidamente le han quitado todo lo que ella tenía puesto encima, incluso hasta sus zapatos de correr, dejándola completa, y totalmente desnuda.
Mi esposa me dijo que en esos momentos estaba súper asustada, y mientras lloraba, tratando de ocultar su completa desnudez con sus brazos, y manos, ella no dejaba de pedirles que no le hicieran daño.
Pero al ver la reluciente hoja de una navaja, en las manos de uno de ellos, y la manera en que todos ellos continuaban mirándola, entendió que, de seguir actuando de esa forma, lo más seguro es que aparte de ser violada a la fuerza, terminase por lo menos, golpeada, apuñalada, y mal herida, seguramente.
Por lo que, de momento, a pesar del terror que sentía, trató de calmarme, lo suficiente como para poder preguntarles. “Un momento, todos me quieren violar, ¿verdad?”.
Y aunque parezca raro, según ella, ninguno se atrevió a decir que sí, ella me dijo que solamente se le quedaron viendo, algunos hasta con la boca abierta, al tiempo que ella separaba sus piernas, dejándoles ver, a pesar de la oscuridad y la fuerte lluvia reinante, por completo todo su cuerpo en particular su depilado coño.
Me dijo que en ese instante pensó. “Ya que me van a violar, lo mejor que puedo hacer es disfrutarlo, a ver si no me hacen más daño.” Por lo que tal y como estaba se recostó sobre la mojada arena, manteniendo sus piernas separadas, y con la lluvia cayendo sobre su cuerpo desnudo, y preguntó de manera atrevida. “A ver quién quiere ser el primero.”
De inmediato uno de los tipos esos, el más musculoso, comenzó a bajarse los pantalones, y ante la mirada del resto de sus compañeros, se fue colocando sobre mi esposa.
Ella sintió como aquella verga, fue enterrándose completamente dentro de su coño. No bien él ya había comenzado a meter y sacar su verga y mi esposa a mover sus caderas, cuando otro de los tipos, el que casualmente cargaba la navaja aun en una de sus manos, sacándose la verga del pantalón la colocó frente a la boca de ella.
Mi esposa me dijo que en ese instante no había que ser una erudita, para saber que debía hacer, así que apenas tuvo aquella verga al alcance de su boca, se dedicó a mamársela intensamente.
El detalle es que esa noche aquellos cuatro tipos, hicieron con mi esposa, lo que les dio la gana, no les voy a negar que, por su parte, mi mujer también disfrutó del placer que ellos, a la buena también le proporcionaron.
Cuando terminaron los cuatro, la dejaron tirada en la arena, sin hacerle más daño, ella desde luego que mentalmente los maldijo, pero tanto ella como yo estamos más que seguros que de no haber actuado así, hubiera amanecido al día siguiente, golpeada, cortada, o quién sabe si hasta muerta.
Mi esposa como pudo llegó a la orilla de la playa, se lavó, y para su sorpresa, se dio cuenta en ese momento, de que hasta se habían llevado toda su ropa. Por lo que únicamente salió del mar, cuando estuve bien cerca de casa. Procurando no ser vista por nadie.
Pero al llegar a casa, una vez que entró por la cocina, de momento le dio un fuerte sentimiento, y se puso a llorar, al tiempo que a gritos me llamaba desde la cocina.
Yo a pesar de haber estado completamente dormido, al escucharla y despertarme, bajé. La encontré tirada en el piso de la cocina, desde luego que totalmente desnuda, mojada, llena de arena, llorando, y tratando de decirme que la habían violado.
Me le quedé viendo, según me dijo mi esposa con una mirada que era una mezcla, como ya les dije, de alegría, y gozo, por una parte. Mientras que, por otra parte, parecía verme triste, frustrado, y desde luego indignado.
Como pude la llevé tal y como estaba a la sala, la senté en el sofá, y tratando de mostrarme calmado le pregunté que le había pasado.
Mi esposa, me dijo la verdad que había sido violada por cuatro hombres jóvenes. Que uno de ellos tenía una gran navaja en sus manos, y que entre todos le arrancaron toda su ropa, para luego uno a uno violarme y obligarla hacer todo lo que a ellos se les ocurría, y que incluso cuando se marcharon se llevaron toda su ropa.
Después de eso, me dijo que se sentía tan y tan sucia que al ver que los cuatro se habían marchado, se metió al mar y se lavó todo su cuerpo con arena, el detalle fue que a medida que me fue contando todo lo que le sucedió.
Poco a poco me fui transformando, y de momento, sin poder controlarme, y sin que ella se lo esperase, le salté encina.
Esa noche, la obligué hacer también de todo, incluso nunca le había dado por el culo, y esa noche, a pesar de sus pobres intentos de evitarlo, la penetré hasta el cansancio, dejándola completamente agotada, y tirada sobre el sofá.
A la mañana siguiente al despertarme, antes de que saliera de casa, le dije. “Me gustó el cuento de anoche, a ver cuándo lo repetimos.”
Desde luego que yo no me había creído nada de ese cuento, es más pensé que se trataba de alguna estratagema mi mujer para tener sexo, ya que últimamente ambos nos habíamos enfriado bastante.
Mi mujer, tras darse una buena ducha, me dijo que pensó en llamar a la policía, pero si ni yo llegué a creerle, lo más seguro es que los policías tampoco.
Por eso de cuando en cuando en lugar de ir a correr en dirección oeste, corre en dirección este, para luego llegar a casa, toda desnuda y sudad y decirme a mí otra vez. “Mi amor, me violaron otra vez”…