11 Saltar al contenido

Pensé contarle todo a mi marido pero si no me cree qué hago? ustedes que harían en mi lugar?

Mi esposo y yo desde hace ya varios años, pasamos nuestras vacaciones en un afamado hotel. Pero recientemente la primera noche, tras haber estado bebiendo, y bailando con mi esposo, él decidió irse al casino, mientras que yo preferí irme a dormir…

Cuando el ascensor se detuvo en el piso que yo había previamente marcado, apenas salí del ascensor, me encontré algo confundida, por lo mucho que había bebido.

Pero sin detenerme a pensar mucho, seguí por uno de los pasillos, y cuando creí estar frente a nuestra habitación, simplemente saqué las llaves de mi bolso de mano, y al comenzar a meter la llave, la puerta se abrió.

Así que sin ni siquiera prender la luz, dejé mi cartera sobre una de las mesas de noche, luego me quité completamente toda mi ropa, quedando del todo desnuda, con la idea de darme un baño, pero tal, y como me encontraba, me tiré sobre la cama, ya que como tenía unas ganas de dormir tan sabrosa, decidí bañarme cuando me levantase.

Ya estaba yo comenzando a quedarme dormida boca abajo, sobre la cómoda y mullida cama. Cuando sentí, que mi marido había entrado a la habitación.

Por el sueño que sentía era tan fuerte, que tampoco abrí los ojos, y me quedé tal como estaba, solamente lo escuché, cuando él se quitó toda su ropa, y se colocó de inmediato sobre mí, como de costumbre, ya que usualmente eso es lo que hace en casa, cuando llega tarde, y yo ya me he acostado.

Su manera de agarrarme sobre todo mis nalgas me pareció algo brusca, pero como yo tenía tantas ganas de dormir, casi ni le presté atención, hasta que de momento comencé a sentir que invadía mi coño una parada, caliente, y enorme verga.

En ese momento, me di cuenta de que definitivamente no se trataba de la verga de mi marido, pero me encontraba tan excitada que continué moviendo mis caderas como toda una puta, al tiempo que el tipo ese, continuaba metiendo, y sacando su enorme, y rica verga de mi coño.

Así que a medida que continuamos teniendo una rica y sabrosa sesión de sexo, fuimos cambiando de posición, yo continuaba moviendo mis caderas, mientras que su verga no dejaba de deslizarse tanto dentro de mi coño, como de mi culo y hasta de mi boca, una y otra vez divinamente.

Al tiempo que yo gemía de placer, el tipo ese me apretaba contra su cuerpo sabrosamente. Hasta que más o menos al mismo tiempo en que él se vino dentro de mí, yo disfruté de un tremendo, y salvaje orgasmo.

Tras el cual, yo me volví a quedar medio dormida. Hasta que una ardiente nalgada, y el escuchar una gruesa voz, que definitivamente no era la de mi esposo me despertó, diciéndome. “Ya es hora de que te marches, mi mujer seguramente llegará a primera hora en la mañana, y no quiero que te encuentre aquí.”

La nalgada, y el escuchar esas palabras, como que de golpe me quitaron las ganas de seguir, durmiendo.

Yo estaba aterrada, me encontraba desnuda, es más había tenido un muy salvaje y sabroso sexo con un completo desconocido, que definitivamente ese hombre no era mi esposo, y ahora me hablaba como si yo fuera una vulgar puta buscona.

Casi dando tumbos agarré mi vestido, y de inmediato entré al baño. Fue cuando me di cuenta de que definitivamente esa no era nuestra habitación, ya que las cortinas eran de otro color, y además en los lavamanos, no estaban ninguno de los productos que yo estaba más que segura había dejado, por lo menos en nuestra habitación.

Procuré calmarme, y no caer en pánico, me di una rápida ducha, me aseé, y apenas terminé de secarme me puse mi vestido, ya que había dejado en no sé en qué parte de la habitación, mis pantis, y sostén.

Ya me encontraba saliendo de la oscura habitación, cuando el tipo ese, con su gruesa voz me dijo. “Mira, no olvides tu cartera, que después no quiero que pases por aquí con la excusa de recogerla.”

Yo sin decir nada, y con mis zapatos entre mis manos, agarré mi cartera, y salí corriendo lo más rápido que pude.

Ya afuera busqué la llave en mi cartera, y al ver el número de la puerta, me pregunté a mí misma cómo fue posible que me hubiese equivocado de esa manera.

Pero al volver a meter la llave en mi cartera, me encontré con un grueso fajo de billetes. Lo que en gran parte me sorprendió.

Tal, y como estaba con mis zapatos en la mano, finalmente, caminé al final de otro de los pasillos y encontré nuestra habitación.

Al abrir la puerta encontré a mi esposo durmiendo en el sofá, y procurando no hacer ruido, me volví a desnudar, y meterme a la cama.

Ya cuando a la mañana nos despertamos, haciéndome la tonta, le pregunté por qué no se había metido a la cama, y lo único que me dijo fue, que de milagro había llegado a la habitación, por lo mucho que había bebido, mientras estuvo en el casino.

Yo la verdad que pensé seriamente en contarle todo lo sucedido, pero me puse a pensar, y si no me cree, o si me cree, y aun así se molesta conmigo.

Además, como iba a decirle que el tipo que se acostó conmigo, pensó que yo era una puta. Por lo que opté por no decirle nada.

Yo sé que todo se trató de una simple, y sencilla equivocación, pero en ocasiones me he puesto a pensar, que si por mi fuera, me volvería volver a equivocarme de esa misma manera…. Además, ese dinero no me vino mal….