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Esto lo hago únicamente por el dinero. No porque me guste ser empalada por penes sucios con poco cuidado higiénico

Cuando mi amigo, me dijo que había la posibilidad de que yo pudiera trabajar con él en el bar, me alegré mucho, ya que llevaba varias semanas sin conseguir trabajo.

Fui a la entrevista, el dueño del bar después de que le demostré que sabía preparar bebidas y atender una mesa, se me quedó viendo de pies a cabeza, y de inmediato me dijo. “bueno, a menos que te vista de mujer, no te puedo contratar”

Sumamente indignado, ya estaba por marcharme cuando antes de salir del bar, el dueño del bar me preguntó “¿Cuánto tú crees que se ganan aquí mis chicas?”

Antes de que yo le respondiera diciéndole que no me interesaba, él me dijo una cantidad, que yo no podía creer.

En ese momento vi entrar a una exuberante tipa al bar, que me saludó como si me conociera de toda la vida.

Para mi sorpresa resulto ser mi amigo, completamente vestidito de mujer, realmente al principio no lo reconocí, de no ser porque me saludo llamándome por mi nombre.

Yo me quedé impresionado, y cuando me confirmó lo que el dueño del bar me dijo, la verdad es que me detuve a pensar, la de cosas que le podía comprar a mi novia.

Aunque, aun no estaba muy convencido de llegar a vestirme de chica, mi amigo me invitó una cerveza, y comenzó a explicarme que era lo que él al igual que otros chicos hacían vestidos de mujer en ese bar.

Aunque me aclaró que ocasionalmente algún que otro cliente, deseaba acostarse con alguno de los chicos, chicas.

Pero que en eso el dueño del bar, no se metía, lo único que le interesaba era cobrar por el servicio del privado.

Yo no sé si fue lo fácil que yo veía que era ganar todo ese dinero, o la necesidad de trabajar que yo tenía en esos momentos.

Que finalmente acepté, y fue mi amigo quien me ayudó, prestándome toda la ropa, que yo necesitaba, la peluca, incluso hasta me ayudó a depilarme.

Al principio yo solo pensaba depilarme los brazos y parte de mis piernas, pero el insistió tanto en que me depilase hasta las nalgas, por lo que cuando me estaba ayudando a depilarme mis muslos y nalgas, comencé a sentir algo raro, pero no le dije nada, no fuera a pensar que a mi me estaba gustando eso.

Además, mi amigo me ayudó a maquillarme, a ponerme unas uñas postizas, en fin hasta los zarcillos, cuando él terminó conmigo, al verme al espejo no lo podía creer, realmente parecía toda una mesera.

Pero al mismo tiempo me decía mentalmente, una y otra vez. “Esto lo hago única y exclusivamente por el dinero.”

Mi amigo, y el dueño del bar fueron bien claros conmigo, al decirme que la mayoría de los clientes, saben que no somos chicas, pero eso no impide que, de una forma u otra, algunos de ellos, quieran tocarnos las nalgas, y en ocasiones que me propusieran que les diera el culo.

Cosa que desde un principio les dije que eso nunca iba a pasar, ya que yo no era maricón.

En cambio, eso de dejar que me agarrasen las nalgas, lo vi como un pequeño sacrificio, que debía hacer si quería complacer a mi novia y no irme a dormir a una de las bancas del parque.

Desde el primer día, o mejor dicho desde la primera noche en que comencé a trabajar, no falto que un hijo de la gran puta, me manoseara mis nalgas.

Cosa a la que mentalmente, ya me había preparado, por lo que cuando vestido con un corto traje de mesera atravesaba el salón, recibía uno que otro agarrón de nalgas, o por lo menos un pellizco.

Y bien como dicen que el ser humano se acostumbra a todo, yo me acostumbré rápidamente a que me estuvieran toqueteando mis nalgas, sin molestarme para nada por eso, como también me acostumbré a caminar con tacones altos, hasta hablar en un tono de voz femenina.

Además, en más de una ocasión, esos mismos que me agarraban las nalgas, me daban tan buenas propinas, así que no me molestaba por eso, además de pagar lo que yo quisiera beberme.

Ya llevaba varios meses de estar trabajando en el bar, cuando una noche llegaron unos clientes, que de inmediato le pidieron al dueño, que deseaban estar en el salón privado.

Y me tocó a mí el atenderlos, desde luego que los agarrones de nalgas no faltaron, pero como estaban consumiendo mucho, y me daban tan buenas propinas, y a cada rato me invitaban un trago, no me preocupe por eso.

Pero en cierto momento, uno de ellos, además de estar toqueteándome las nalgas, me agarró por el brazo e hizo que me sentase en sus piernas.

La verdad es que le seguí la corriente, y así lo hice, cuando de momento comencé a sentir, por debajo del corto vestido de camarera, aquella cosa dura y caliente, en la cual yo estaba sentado, prácticamente incrustada entre mis nalgas.

De inmediato me di cuenta de que se trataba de la verga de aquel tipo, que aun por encima de la tela de su pantalón, yo la podía sentir, bajo mis nalgas.

Aunque actué como si nada pasara, y mientras él me seguía acariciando los hombros, yo me fui dando uno que otro trago, pero en cierto momento, fui sintiendo como sus manos recorrían mis muslos y nalgas, al tiempo que su boca, me hacía cosquillas en mi nuca.

En ese momento también pude ver claramente, la inmensa pistola que llevaba al cinto, y aunque yo no se mucho de armas, por el tamaño de aquella cosa, supe que se trataba de una 45.

Al poco rato, después de que hiciera que me sentase en una de sus piernas, agarró una de mis manos, y la llevó directamente sobre aquel grueso bulto que tenía entre sus piernas.

De inmediato mentalmente lo comparé con mi pequeño pene, y sonriendo, siguiéndole la corriente se lo seguí agarrando, al mismo tiempo que sorpresivamente me ha plantado tremendo beso.

Lo cierto es que su verga se sentía bien dura y caliente, cuando de momento me dejó de besar, me pidió otra botella de ron, la que yo gustosamente fui a buscar, moviendo mis caderas, como parte del papel de camarera que desempeñaba.

Apenas regresé con la botella, comencé a servirle a él y a sus compañeros, que por no dejar seguían acariciando mis nalgas, y diciéndome lo buena que yo estaba, para clavarme sus vergas.

Cosa que en un sin fin de ocasiones, otros clientes me han dicho, por lo que no me preocupe por eso.

Ya estaba por retirarme, cuando aquel cliente volvió hacer, que yo me sentara en sus piernas, cosa que yo hice de inmediato, pero en ese mismo momento, volvió a tomar una de mis manos, y la colocó sobre su verga, que la tenía por completo fuera del pantalón.

Lo cierto es que me llevé un susto, ya que no me esperaba eso, pero al mismo tiempo me pidió, sin vergüenza alguna, que lo comenzara a masturbar.

Hasta ese momento en mi vida había hecho algo semejante, pero justo en el instante en que pensé en ponerme de pie, y marcharme, con la excusa de que debía limpiar una de las mesas del bar.

Pero él sacó otro billete y me lo metió en el escote de mi pecho, al tiempo que yo me daba otro trago, y él me dijo. “Agárralo, piensa que me estas saludando, agarrando mi mano.”

Yo siguiéndole la corriente, agarré su gruesa verga, y comencé a manipularla lentamente masturbándolo.

Al poco rato uno de sus compañeros le dijo, refiriéndose a mí. “Tiene una boquita de puta, como mandada hacer para ponerla a mamar”

Al escuchar esas palabras, pensé, lo mejor que puedes hacer es marcharte, pero en el instante, en que yo terminaba de pensar en retirarme, mi cliente colocó su mano sobre mi nuca, y haciéndome poner de pie primero, y luego obligarme a que me agachase frente a él, me encontré con su verga frente a mi boca.

En ese instante me dijo, “Dame una pequeña mamada, que luego te lo agradeceré”.

No sé si fue lo que me dijo, o como me lo dijo, ya que me pareció que de no obedecerle yo no la iba a pasar muy bien.

Además, como dicen el cliente siempre tiene la razón, y como si fuera poco, recordé que él iba armado.

Por lo que, cerrando mis ojos, abrí mi boca, saqué mi lengua, lenta y suavemente comencé a pasarla por toda su verga, hasta que me dediqué a lamer con calma su colorado glande.

De estar pasándole la lengua, me obligo en cierta forma o manera a que realmente me pusiera a mamar toda su verga.

Por lo que me la estuve tragando casi por completo, sintiendo que me llegaba, hasta lo más profundo de mi garganta.

Sentí sus manos sobre mi cabeza, como me agarraba con firmeza, y me estuvo obligando a cabecear, por un buen rato.

Hasta que retirando mi cara de entre sus piernas me dijo, que me bajase los pantis, que él y sus amigos deseaban verme las nalgas.

Aunque muerto de vergüenza, así lo hice obedeciendo completamente sus órdenes, y pensando que en cualquier momento me iba a comer el culo, sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo.

Yo sabía que de nada servía, que le dijera que yo no hacía eso, ya que como fuera de seguro, iban hacerme lo que les diera la gana, entre todos ellos.

El tipo que me sentó en sus rodillas, y luego me hizo que lo masturbara, para después ordenarme que le mamase su verga.

Sin dejar de agarrar mi desnudo culo, me dijo. “Separa las piernas,” y apenas lo hice, sentí como sus dedos, llenos de saliva se incrustaron entre mis nalgas.

Al principio fue solo un dedo, pero luego al poco rato, mientras que él se daba un buen trago a pico de botella, fue introduciéndome otros de sus dedos, hasta el punto de que ya casi tenía metida toda su mano entre mis nalgas.

Yo no podía creer que eso realmente me estuviera pasando, y menos frente al resto de sus acompañantes.

En mi desespero lo único que se me ocurrió fue darme otro trago, mientras que él mantenía sus dedos dentro de mi culo, me dijo, “A ver nena, prepara ese culo, para que recibas a tu macho”.

En esos momentos sacó sus dedos de mi culo, y sin más ni más, frente a sus compañeros, quienes me veían con algo de asombro en sus rostros, hizo que separase mis piernas, y que con mis propias manos separase mis propias nalgas.

Luego hizo que comenzara a sentarme sobre su caliente verga, con la que comenzó a penetrarme.

Yo fui sintiendo como aquella cosa, dura y caliente me fue entrando por el culo, como se iba abriendo paso entre mis nalgas, hasta que tuvo por completo, dentro de mi adolorido culo.

Debido al dolor me di otro trago de ron, al mismo tiempo no sé por qué comencé a mover mis caderas.

Sus amigos continuaban viéndome, mientras que yo gimiendo o quejándome por aquel raro y sabroso dolor, sin vergüenza alguna, seguía moviendo mis caderas de lado a lado, aquel fornido tipo.

Él me tomó por las caderas, y como si yo fuera una muñequita de trapo, me levantaba y dejaba caer sobre su miembro una y otra vez.

Cuando me dio la orden, de que me inclinase hacía adelante, y al hacerlo que me encuentro de frente a mi cara, la verga de uno de sus compañeros, la que sujetaba entre sus dedos, con la clara intención de que yo me pusiera a mamar.

Lo que desde luego hice, pero eso si después de darme otro trago de ron a pico de botella.

Esa noche entre los cuatro, o cinco tipos que se encontraban en el reservado hicieron conmigo lo que les dio gusto y gana.

En cierto momento, a medida que uno de ellos me daba por el culo, y otro me tenía mamando su parada verga, quizás por lo borracho, y excitado que me encontraba comencé a masturbarme.

Cosa que les causó mucha gracia a todos ellos, que de inmediato comenzaron a burlarse del pequeño tamaño de mi miembro.

Es más, uno de ellos hasta me agarró ni pene entre sus dedos, y comenzó a apretarlo del tal forma y manera, que hizo que me viniera, al tiempo que yo no paraba de pedirles, que me dieran más y más duro.

Para luego limpiarse su mano con mi traje de mesera, y parte de mi cuerpo, pero lo más exagerado de todo lo que me hicieron, fue que un par de ellos me penetraron al mismo tiempo, por el culo.

Al tiempo que a otro comencé a mamarle su verga, hasta que se vino dentro de mi boca y garganta, obligándome a tragar toda su leche.

Yo no podía creer, que aquellas dos enormes vergas me entrasen a la vez por mi culo, cuando ellos se retiraron me dejaron, prácticamente sin sentido, tirado sobre uno de los sofás.

El uniforme de mesera lo tenía recogido sobre mis nalgas, las que estaban chorreando semen de por todas partes, con mi culo impresionantemente abierto.

Es cierto que me gané una muy buena comisión, pero cuando mi amigo y el dueño me encontraron así, no se pudieron aguantar las ganas, y también me comieron el culo.

Ha se me olvidaba decirles, que mi novia terminó conmigo cuando no sé quién le contó sobre mi trabajo, por suerte terminó conmigo antes de que le diera su regalo, un lindo vestidito color rosa, por lo que finalmente me quedé con él.

Si bien es cierto que al principio hice todo eso, por el dinero, lo cierto es que después de aquella noche, lo sigo haciendo porque me encanta ser tratada como toda una mujer.