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Doña Lucia, la suegra de mi amigo (que día sentada en mi, se tiro un pedo en mi ombligo bien rico)

Con poco mas de 19 años cumplidos, iniciando los años 90`s trabajaba en un centro vacacional ubicado en las afueras de la ciudad, mínimo 45 minutos de traslado en camión de personal por la ruta corta, siempre con mucho movimiento de personal, entre con 18 años con la idea de ahorrar un poco e iniciar mis estudios universitarios, como muchas cosas, por una recomendación conseguí un buen puesto que me permitía tener muchas horas extras e interactuar con los diferentes departamentos de la empresa.
Por cuestiones de horario tenía asignado permanentemente un cuarto en el cual dormía cuando era necesario en los dormitorios para trabajadores, un modulo de 8 habitaciones que se ocupaban ocasionalmente divididas por un pequeño pasillo, sin baño propia pero a un costado de los baños comunes, un poco más allá el comedor destinados a los empleados, canchas de básquet y futbol y después el cuerpo principal del complejo vacacional.

Conocí a Doña Lucia porque me gustaba su hija Nancy, una flaquita de escasos 18 años que trabajaba de mesera, jóvenes ambos y en un ambiente donde era común las aventuras entre empleados, las cosas no se dieron entre su hija y yo pero teníamos una amistad cercana, luego yo inicie un noviazgo poco serio con Dinorah, una pelirroja pecosita y pelo encrespado, de buen cuerpo y mejores tetas que me hacían muy feliz.

El trato con doña lucia siempre fue de confianza, ella era una señora de 40 años en ese entonces, muy guapa, viuda, 1.60 quizás, pelo rubio y lacio al hombro, de piel blanca, de ojos verdes que heredo a su hija, ceja fina, largas pestañas, nariz pequeña y fina y pequeños labio rojos y gordezuelos, muy bella de cara a pesar de que ya asomaban las primeras arrugas, de cuerpo no había mucho que pedir, aunque siempre vestía recatada se adivinaban un par de tetas medianas, cintura que sin ser estrecha le lucia muy bien y un buen culito redondito y respingón, su cuerpo se coronaba con un buen par de piernas que se antojaban, y lo mejor, una actitud siempre amable, no en vano los pretendientes que la rondaban, a mi ver una muñequita.
Yo en ese entonces ya media 1.90, aunque estaba delgado practicaba basquetbol y hacia ejercicio regularmente por lo que mi cuerpo se marcaba, siempre he sido sociable y no me iba mal del todo con las mujeres.

Tengo claro que fue un jueves de julio, como muchas otras cosas, acompañe a mi novia al camión de las 11.15 de la noche, penúltimo del día, yo me quedaría a dormir en el centro vacacional por tener trabajo muy temprano, un poco duro soportar las bromas de los trabajadores mientras subían al camión, un faje breve, unos cuantos besos que me dejaron prendido y luego la mano de Dinorah diciéndome adiós por la ventana, pensé que llegando a mi habitación le dedicaría al menos una a sus deliciosas tetas.

De la caseta de salida donde tomaban el camión a los dormitorios son poco más de 100 mts. Iniciaba el camino de regreso cuando oí una voz.

-Me llevas.

Volví el rostro para ver a Doña Lucia que apuraba el paso.

-Vine a despedir a Nancy me dijo, -Mañana me toca cubrir turno y preferí pedir un dormitorio para no madrugar tanto.

Doña Lucia era cocinera en el restaurant principal y aunque su horario era de 3 de la tarde a 11 de la noche cuando era necesario cubría turnos en las mañanas, ya en otras ocasiones habíamos coincidido y no era la única que hacia eso. 
Corto fue el trayecto con tan buena compañía, me despedí de ella en la entrada de su dormitorio casi frente al mío, todavía vestía el uniforme de cocinera y se veía muy bien.

Me recosté en mi cama y mi primer pensamiento fue Dinorah cabalgando sobre mí con sus hermosas tetas al aire, desafiantes a la gravedad mientras se enterraba mi miembro y su carita de mirada perdida mientras se acercaba al orgasmo, teníamos un mes de estar cogiendo de manera esporádica, en realidad solo lo habíamos hecho 4 veces, tenia mi verga completamente erecta, cuando tocaron mi puerta.

Me levante buscando ocultar mi erección, vestía un shorts y una camiseta de manera que me eche un toalla como si fuera a bañarme que ayudaba a cubrir.

-Servicio de habitación, se escucho detrás de la puerta.

Era José, supervisor de vigilancia, amigo, a veces compañero de aventuras y vecino de habitación que me traía unas cervezas, botanas y un tequila, beneficios de las amistades adecuadas, lo invite a pasar pero se rehusó a hacerlo.

-Tengo cosas que hacer me dijo.

Esas cosas que hacer imagine incluían a Mariela, una francesita coqueta a quien mi amigo José tenía la fortuna de cogerse.

-Nos vemos mañana, dijo como despedida.

Guarde las cervezas en un pequeño frigobar, tome tres cervezas, la charola con botanas, una silla y una mesa plegable y salí al exterior de los dormitorios hacia el lado de las canchas, estaba totalmente desierto y apenas iluminado.

Iniciaba la segunda cerveza cuando Doña Lucia apareció a un lado mío.

-Escuche ruido y vine a ver, me dijo.

Venia de los baños envuelta en una bata de baño que la cubría totalmente su cuerpo y una toalla en la cabeza, sus pies cubiertos por unas pequeñas sandalias que aun escurrían agua.

-Gusta, dije mientras le mostraba un bote de cerveza.

-No, dijo, nomas vine a ver pero gracias.

-De esto si, dijo mientras sonreía al tomar un poco de jamón y queso antes de despedirse.

-Tengo que trabajar mañana, me soltó de lejos.

-Yo también, dije mientras pensaba en cómo se vería al quitarse esa bata de baño.

Iniciaba mi tercera cerveza cuando escuche pasos.

-Cambie de opinión, escuche de la suave voz de Doña Lucía.

-Deje voy por ella, le dije al tiempo que me levantaba con dificultad de la silla y se la ofrecía.

-¿Te duele algo? , me dijo sonriendo.

-Todo, principalmente mi hombro, dije señalando mi hombro izquierdo,-jugamos basquetbol empleados de confianza contra sindicalizados y ahorita todo me duele, pero con dos cervezas mas se me quita.

Fui a mi cuarto por el resto de las cervezas que acomode en una hielera portátil y tome mi grabadora.

Me senté en el filo de una guarnición casi de frente a Doña Lucia lo que me permitía verle las piernas hasta la altura de las rodillas, se había cambiado y ahora vestía una bata ligera en color gris claro con pequeños dibujos de flores, había programación continua en una radio con música variada, la plática fue igual, hablamos de todo un poco, nos tomamos si acaso tres cervezas mas y nos acabamos la charolita de botanas cuando empezó a caer brisa marina.

-Mañana no me voy a poder levantar y esta brisa me va a hacer daño, dijo sonriendo.

Intente levantarme de mi lugar medio entumido por la posición y adolorido por el basquetbol.

Doña Lucia se dio cuenta de mi gesto de dolor, -parece que te duele mucho, comento.

-Siéntate aquí- me señalo un murete a un costado suyo.

Me senté donde señalaba y sin cambiar de lugar Doña Lucia inicio un suave masaje en el área de los hombros.

-¡Que bien se siente!, exclame, y era verdad, se sentía bastante bien sus manos sobre mi cuerpo.

-Mi esposo fue masajista y le aprendí un poquito me dijo.

-¿Lo extraña?

-Mucho, ya casi son dos años, bueno, ya estuvo bien, agrego, ya es suficiente por hoy.

Me levante y le ofrecí mi mano para levantarla, me di cuenta que la bata se le había subido un poco y enseñaba sus muslos blancos, cuando se levanto de la silla quedo pegadita a mí, la tome un tanto sin querer por la cintura, sentía la necesidad de besarla y ella estaba allí a tiro de piedra, Siempre que estaba con ella sentía una tensión sexual presente, sin embargo nunca me animaba a dar el siguiente paso.

-Que grandote estas me dijo.

Imagino se sentía más chaparrita al lado de mi 1.90.

-Fíjate que me gustabas para yerno, agrego.

-Pues sí, pero su hija no me quiso, quizás más adelante, además usted también me gusta para suegra, y mas.

Solo sonrío ante mi comentario.

No recuerdo que mas platicamos mientras levantaba las cosas y las llevaba a mi cuarto.

-¿Quieres postre?, pregunto.

-Claro que sí.
Nos comimos dos rebanadas de pay de queso parados en el pasillo que dividía las habitaciones.

-¿Usted lo hizo?, pregunte.

-Aja, con mis propias manos, dijo como niña.

-Le quedo muy bueno.

-Mis manos hacen magia, agrego.

-¿nomas con las manos hace magia?

-Buenas noches Ray, ya es tarde y mañana habrá mucho trabajo, corto mi burdo intento.

-Buenas noches suegra le dije sonriendo mientras le daba un beso en la mejilla como despedida.

Iba hacia mi cuarto cuando cambie de rumbo, regrese con Doña Lucia que todavía estaba parada en la puerta y la bese en la boca.

No me correspondió, tampoco me rechazo, solo me dejo hacer, se dejo besar mientras mis manos descansaban en su cintura.

-¿Qué quieres?

-¿Solo con las manos hace magia?, pregunte pegadito a su boca.

-No, no, Ray no juegues, puedes ser mi hijo.

-Puedo ser su yerno.

La bese de nuevo y esta vez correspondió, de inmediato me di cuenta de lo evidente, yo solo era un chamaco calenturiento y ella era un mujerón, si bien yo era medio sinvergüenza, el valor me lo habían dado las cervezas y ahora no sabía para donde ir, la lengua de Doña Lucia hacia maravillas también.

Se separo de mi como evaluando la situación.

¿Qué quieres Ray?, no juegues conmigo.

¿No quiere terminar de darme el masaje?, le dije mientras la tomaba por la cintura y la besaba, y me correspondía de nuevo y su boca sabía mejor que minutos antes mientras sus manos oprimían mi espalda.

-No, esto no puede ser, puedes ser mi hijo Ray, me dijo mientras se me escapaba de los brazos y cerraba la puerta de su cuarto.

Me dejo parado en medio de un pasillo solitario, con mi miembro completamente erecto, toque la puerta sin decir nada, pero no hubo respuesta, no quise insistir.

Fui a mi cuarto pensando en Doña Lucia, en lo cerca que estaba, pensé también en Dinorah, la calentura sin duda era mucha, me tome una cerveza mas, agarré mi toalla y tome rumbo a los baños.

Después de un buen baño bajo el agua fría de la regadera regrese a mi cuarto, encendí la televisión y puse una película, como es mi costumbre me acosté totalmente desnudo, la ligera tela de la sabana sobre mi pene y el pensar en lo que había pasado hicieron que mi miembro estuviera erecto cuando tocaron suavemente a la puerta.

-¿Quién?.

-Soy yo, pude escuchar la voz de Doña Lucia.

Abrí la puerta solo cubierto por la toalla envuelta a toda prisa en la cintura.

-Buenas noches, me dijo.

-Pase por favor, dije mientras la tomaba de la mano.

-¿Todavía quieres el masaje?

Yo no lo podía creer, estaba temblando, Doña Lucia estaba en mi cuarto dispuesta a todo, solo cubierta con una bata de dormir y unas cervezas.

En mi habitación, como en las demás había pocas cosas, una cama, en mi caso matrimonial, un buro, una mesita plegable, una silla y un pequeño sillón, con eso era suficiente, yo había agregado un frigobar, televisión, videocasetera y otras cositas.

En cuanto cerramos la puerta me beso de nuevo, ella llevo la iniciativa, su labios ardían, yo movía mis manos de manera torpe, con miedo buscando sus senos desnudos, sus nalgas cubiertas por un calzón quizá de corte francés, ella movía las suyas despacio sobre mi espalda mientras su lengua me enseñaba otros caminos.

-Recuéstate de espaldas, me dijo- te voy a dar el masaje que querías.

Me beso de nuevo en la boca pero esta vez de manera suave, apenas con los labios.

Me recosté en la cama como ella lo había pedido, vi como ponía crema en sus manos, su bata entreabierta me enseñaba el contorno de sus senos, mas grandes de lo que había imaginado en un principio, se sentó a un costado mío, sentí sus manos en mi espalda un poco mas frías, cerré mis ojos mientras ella movía suavemente sus manos, con sabiduría, sus labios me besaron mi cuello, mi espalda, sus manos no paraban de moverse, bajaron por mis muslos, recorrieron mis pantorrillas alternando besos de cuando en cuando, yo estaba completamente erecto oprimiendo mi miembro entre la toalla y mi cuerpo, finalmente Doña Lucia se recostó sobre mi espalda, sentía su respiración agitada en mi espalda.

-¿Te gusto?

-Si, musite.

-Gírate, me dijo.

Yo obedecí girando para quedar boca arriba, estire mi mano para tocar un seno que se asomaba entre la bata, toque su pezón duro y pequeño, lo recorrí con mi dedo gordo, Doña Lucia cerró los ojos, aproveche para recorrer sus muslos blancos con mi mano hasta llegar al borde de su calzón blanco como su piel.

Ella se inclino para besarme en la boca.

-Estas muy bonito, me dijo.

Sus manos recorrieron mi pecho, alternando masajes y besos, beso mi vientre mientras sus manos descansaban en mis manos, luego se acomodo entre mis piernas y acaricio el interior de mis muslos, quito la toalla liberando mi pene que salto como un resorte, Doña Lucia la tomo en su mano acariciándola despacio, desde mi glande hasta mis testículos.

-¿Lo has hecho con Dinorah?

-No. mentí.

No dijimos mas, sus manos dejaron espacio para su boca que recorría lo largo de mi pene, engullía mi cabeza mientras su lengua recorría los contornos de mi glande, se deslizaba hacia mis pies soltando mi verga de su boca que saltaba de nuevo como un resorte, luego iniciaba de nuevo la mamada más rica que me habían dado hasta entonces, inclinaba su cabeza y me mordía suavemente el tronco para luego terminar de nuevo con la cabeza en sus labios e inclinarla hasta que se botaba como resorte, tome la verga con mi mano y le pegue unos ligeros golpes con mi miembro en la cara, mi pene escurría saliva, repitió el movimiento, de nuevo su boca y su lengua recorrían mi glande, ahora se lo introducía casi en su totalidad y lo sacaba lentamente de su boca, su cabello suelto caía sobre mi cuerpo interrumpiendo mi visión no así las sensaciones, estaba a mil, le daba pequeños chupetones y luego se lo introducía de nuevo, hubo un momento que tomo mi verga con una mano y con su boquita realizo un metesaca rápido solo sobre mi cabeza para después pasar a darle unos lengüetazos a lo largo de mi tronco, Doña Lucia quito su cabello de la cara, al tiempo que me miraba a los ojos se llevo mis testículos a la boca, la sensación era indescriptible, luego con su lengua realizo un recorrido entre la base de mis testículos y mi ano, nunca había experimentado eso, un chorro de semen que salto hacía cualquier parte y un gran gemido mío fue su efecto.

Ella apretó mi pene rápidamente para después ir dejando escapar mi leche despacio, mire sus ojos fijos en mi verga mientras la leche escurría sobre sus dedos a lo largo el tronco.

-¡Tonto!, fue su comentario con una ligera sonrisa.

-Perdón, esgrimí como defensa.

Mirando mis ojos lentamente se introdujo mi cabeza en la boquita, con suavidad y decisión fue limpiando cualquier rastro de semen de mi falo, de mis testículos, cada que podía buscaba mis ojos, sin duda mi cara era de felicidad, poco a poco fue subiendo su boca y su cuerpo, besando mi vientre, mi pecho y por ultimo mi boca.

-No te preocupes, eres joven, ahorita te recuperas.

En realidad había eyaculado pero mi pene no había bajado su erección.

-Ya estoy recuperado, dije.

-Lo sé jovencito, dijo poniendo un dedo sobre mi nariz.

Estire mi mano y toque su calzoncito, estaba completamente mojado.

-Necesitas un condón jovencito.

-Bajo la televisión.

Fue por ellos y observe su cuerpo, aun no lo podía creer.

Regreso conmigo para besarme de nuevo en la boca, tomo un condón dejando el paquete sobre el buro, reinicio los besos mientras su mano tomaba mi pene y jugaba con él.

-Parece que ya estas repuesto, dijo.

Yo tome sus senos con mis manos abriendo completamente su bata y los acerque a mi boca, por fin pude recorrer con mis labios los contornos de su pezón, apenas rozándolos parecía que se hacían más grandes en mi boca, mi lengua rozo los pequeños bordes de sus areolas rosas, me sumergí en el valle que formaban sus dos pechos, poco a poco subí por su cuello hasta su boca entre los suspiros de Doña Lucia.

Mis manos bajaron su calzón e introduje un dedo en su panochita húmeda, ella ayudo para quitárselos completamente, retomo mi verga en sus manos y se deslizo para llevársela a la boca, se recostó sobre mi ofreciéndome un manjar, su bata en la cintura, su panochita apenas cubierta por una pequeña mata de vello rubio, yo no pensé mucho y mi lengua se hundió en sus labios húmedos provocando un gemido, ella por su parte tenía mi verga en su boca en intentaba continuar con su labor, pero al parecer lo que yo hacía con mi lengua la distraía bastante, sus labios entreabiertos escurrían jugos y mi lengua paseaba libremente sobre ellos tocando ocasionalmente su clítoris mientras introducía un dedo, no sabía mucho lo que hacía pero era evidente que le gustaba, los gemidos así me lo hacían saber, por ser ella mas chaparrita me inclinaba para poder tocar su panochita con mi lengua, siguiendo su ejemplo llevaba mi lengua a su culito, un culito rosa con casi nada de vello, presionaba con mi lengua su entradita e introducía un dedo usando como lubricante sus jugos vaginales que llenaban mi boca.

-Oggg, yaa. Dijo mientras sacaba mi verga de su boca y me colocaba un condón.

Movió su cuerpo acomodándose a la altura de mi cintura, deslizándose su panochita sobre mi verga, una, dos, tres, cuatro, no sé cuantas veces, así de espaldas acomodo la bata dejándome ver sus nalgas redondas levantándose un poco y acomodando mi miembro en la entrada de su vagina, se dejo caer de golpe soltando un gemido, así como estaba se quito la bata, se podía apreciar en su cintura el nacimiento de las primeras llantitas, poco a poco fue iniciando un movimiento suave, subía y bajaba sobre mi verga, el cabello que caía sobre sus hombros se percibía húmedo, el ritmo iba incrementando así como sus gemidos, en un momento se deje caer hacia el frente tomándose de mis pies, el espectáculo era magnifico, podía ver como mi verga entraba y salía de la panochita rosita entreabierta, solo podía ver el trasero de Doña Lucia, un señor trasero que subía y bajaba sobre mi verga acompañado de suspiros y gemidos ahogados.

Por la posición forzada de nuestros cuerpos en el vaivén ocasionalmente mi verga se salía haciendo un ruido extraño, Doña Lucia se la volvía acomodar en su panochita y reiniciaba el subibaja acompasado de su trasero, los gemidos eran bajos y llegaban a mis oídos entre el sonido de nuestros cuerpos, los jugos de su panochita escurrían sobre mi cuerpo y daban muestra de lo excitada que estaba, en una ocasión que se salió mi verga, la tome y con ella golpeaba suavemente el área de su vagina, rozaba sus labios, su clítoris para luego volverla a meter y ver como desaparecía devorado por tan rica rajita, de nuevo el subibaja mortal y mi verga entrando y saliendo casi en su totalidad mientras ella se sujetaba de mis piernas.

-Ya no puedo, ya no puedo, dijo Doña Lucia, al tiempo que mi verga abandonaba su cuerpo, así se quedo sobre mí, yo aproveche para meter mis dedos en su vagina entreabierta, unos gemidos ahogados me impulsaron a iniciar un metesaca con dos dedos, aumentaron los gemidos de Doña Lucia al igual que el ritmo de mis dedos bañados en sus jugos.

-Ya no, ya no, dijo apretando mis piernas con sus manos.

Así se quedo unos 10 minutos, en esa posición donde me mostraba su rajita entreabierta de donde escurría un liquido blanquecino, yo aproveche para recorrer sus muslos con mis manos, se reincorporo despacio, en su rostro se miraba que había llorado, yo me senté a un lado suyo y la abrace, no sabía que hacer salvo abrazarla, recargo su cabeza en mi hombro y así estuvimos unos minutos.

-Es usted hermosa, dije para romper el silencio.

-Ese ya no te va a servir, dijo al tiempo que tocaba el condón sobre mi pene semierecto.

Me lo quite dejando mi miembro libre.

-Me gusta, me gusta mucho, le dije abrazándola.

-Tenía mucho sin hacerlo, estoy molida, me duele todo.

-Puedo darle masaje, tengo una muy buena maestra.

-Noo, ya me voy a ir, dijo, pero no se movió de su sitio.

Yo puse crema en mis manos y busque sus hombros.

-Quédese conmigo.

-No, alguien puede venir, darse cuenta.

-No hay nadie en los cuartos, ni José esta siquiera, estamos solos.

Mientras decía esto ya mis manos recorrían su espalda.

-Tenía miedo que me oyeran, dijo,- mis ruidos.

Me levante para dejar espacio en la cama y poder recostarla de espaldas, no opuso resistencia, eche un chorro de crema a lo largo de su espalda blanca hasta el inicio de sus nalgas, mi verga ya estaba de nuevo erecta en su totalidad, mis mano recorrieron su espalda al igual que mi boca, desde la espalda bese los contornos de sus senos oprimidos contra la cama, los suspiros de Doña Lucia me indicaron que estaba haciendo bien las cosas, mis besos en el inicio de la rayuela de sus nalgas hicieron que se arqueara, bese sus nalgas y recorrí sus muslos con mis manos, un poco de celulitis la tiene cualquiera, bese sus muslos sus pies, sus pantorrillas, sus piernas entreabiertas me permitieron meter mis dedos en su panochita de nuevo húmeda.

-Aaaaaggg, pude escuchar un gemido.

Rápidamente alcance un condón y me lo puse, levante un poco su cintura colocando mi verga en su entrada, pase mi cabeza por los labios vaginales mojándola con sus jugos, toque su clítoris y lo lleva hacia atrás hacia su ano, luego lo coloque de nuevo en la entrada de su húmeda panochita paseándola despacito.

-Entra, entra ya, dijo al tiempo que aventaba despacio su cuerpo hacia atrás para hacer desaparecer media verga en su interior.

La otra mitad se la deje ir de golpe.

-Aggg, fue el sonido sordo que emitió Doña Lucia.

Empecé a entrar y a salir de manera frenetica, la tenia tomada por la cintura y sus nalgas rebotaban contra mi cuerpo, la visión era magnifica, su cuerpo blanco como la nieve y mi piel más morena que de costumbre, a cada embestida su cuerpo se estremecía y se escuchaba un gemido ahogado, los sonidos de nuestros cuerpos y los gemidos de ambos me estaban volviendo loco, no quería terminar tan rápido, no aguantaría mucho, saque mi verga y manteniendo su postura coloque mi lengua en su entrepierna, embestí su rajita a lengüetazos, a Doña Lucia no le importo, lleve mi lengua de su raja a su culo y de nuevo a su raja, a su pequeño clítoris erecto, luego le metí dos dedos para arrancar unos gemidos ahogados por las almohadas, mordí sus nalgas redondas y les hice unos chupetones mientras mis dedos entraban y salían de su raja.

Gire su cuerpo para colocarla boca arriba, la volví a penetrar con mis dedos mientras mi boca bañada de sus jugos buscaba su boca, coloque de nuevo mi verga en su rajita iniciando un breve mete y saca mientras sus piernas se enroscaban en mi espalda y su lengua en mi boca, mordió mis labios antes de que estos buscaran su cuello y luego su pecho, mi verga había abandonado su panochita por lo que mientras mi lengua y mis labios recorrían sus senos, besándolos mordiéndolos mis dedos entraban y salían de su raja húmeda, lo que en un principio eran suspiros y gemidos nuestros casi se transformaron en gritos cuando de nuevo tome su clítoris con mi lengua brevemente para luego besar sus muslos blancos, los bese hasta cansarme dejando unos chupetones egoístas como muestra de mi paso, ella tenia mi cabeza tomada por mi cabello, me jalo hacia su panochita y yo no opuse resistencia, mientras mi lengua recorría su vulva mis manos oprimían sus senos, use mi lengua a manera de falo y la penetre lo mas que pude para luego refugiarme en su clítoris, ella llevo una de mis manos a su boca y se metió los dedos a la boca.

-Ya, ya no aguanto, musito con voz ronca.

La verdad yo tampoco aguantaba, me acomode en la clásica posición de misionero para entrar completamente en ella, un gemido ahogado fue su respuesta, iniciamos un vaivén salvaje a todo ritmo, sus tetas rebotaban libres a cada embate de mi cuerpo, sus ojos estaban cerrados y su boca tenia un extraño rictus, sus piernas enredadas en mi espalda no pedían tregua, mi verga entraba y salía totalmente de su panochita inundada de jugos y saliva.

Sus uñas en mi espalda y un espasmo, además de un grueso gemido anunciaron su orgasmo, yo continúe unos segundos más antes de venirme dejándome caer sobre su cuerpo.

Bese suavemente sus labios y me correspondió, me recosté a un lado suyo ya cansado, me beso la cara y el pecho donde se acurruco.

-Ya me voy a ir, no es bueno que me quede, dijo de nuevo.

-Quédese conmigo.

-No, alguien podría venir.

-Nadie vendrá.

-No lo hacía desde mi marido.

Me extraño esa confesión y no supe que decir.

-Cuando lo hagas con tu novia la vas a hacer muy feliz.

-Con que usted sea feliz es suficiente, dije mientras la abrazaba.

-Creo que estaba oxidada, mañana no me voy a poder mover.

-Que pena, dijo de nuevo, -eres casi un niño, ¿ay, no!

-Usted es una mujer maravillosa, dije.

Me beso el pecho mientras me decía.

-Esto no lo puede saber nadie, mi hija me mataría.

-Nadie lo sabrá, no se preocupe, se guardar un secreto.

Se dio vuelta quedando a mí de espaldas, mi brazo cayó sobre su cuerpo a la altura de sus senos tomando uno de ellos en mi mano, así nos quedamos dormidos, desnudos, cansados.

Me despertó Doña Lucia a las 5:00 de la mañana.

-ya me voy a mi cuarto, dijo y me dio un beso.

Me senté en la cama medio dormido pero con el pene completamente erecto, Doña Lucia lo tomo en la mano.

-Este está más despierto que tu.

Me lo masajeo levemente junto con mis testículos.

Yo la tome de la cintura mientras me levantaba, la abrace y la bese en la boca mientras mis manos iban a sus nalgas, ella se agacho y se metió mi verga en su boca, su lengua recorrió de nuevo mi glande , solo fue unos segundos, luego le dio un beso a mi cabecita, se levanto y me dio un beso en la boca.

-Ya es tarde jovencito, me tengo que ir.

Le di una nalgada jugando, salí a ver que estuviera despejado el pasillo, libre el paso salió Doña Lucia envuelta en su bata, fui a recostarme pero ya no pude dormir, me masturbe pensando en Doña Lucia y en todo lo que había pasado, me levante a las 6 a bañarme, camino a las regaderas me encontré a José que regresaba a su cuarto, esa noche dormí poco pero desperté muy bien.

Doña Lucia fue una relación que duro poco mas de 2 años y 3 novias, siempre hacer el amor con ella era diferente, unas veces sexo salvaje y otras con una ternura que se deshacía entre tus brazos, una mujer maravillosa que me enseño muchas cosas comenzamos a tener sexo sin condon hacíamos más pose y por supuesto q termine enterrándole la verga en el ano a la ruca, hoy después de 20 años cuento algo de ella por primera vez