
Este relato es fruto de la experiencia que vivió un amigo, quien fue llevando los juegos eróticos de su pareja, de la fantasía a la realidad. Pero cuando llega el momento no siempre se puede tener el control de la situación…
Este relato es fruto de la experiencia que vivió un amigo, quien fue llevando los juegos eróticos de su pareja, de la fantasía a la realidad. Pero cuando llega el momento no siempre se puede tener el control de la situación…
Desde hace tiempo mi esposa y yo teníamos fantasías de realizar un intercambio sexual con otra pareja. La idea nos calentaba tremendamente cuando manteníamos relaciones sexuales; jugábamos a que yo le hacía el amor a otra mujer y mi esposa hacía lo propio con su pareja. Nada nos excitaba más que compartir el sexo con otro matrimonio, aunque nos amábamos profundamente.
Después de buscar alternativas por internet, encontramos una pareja con ideas afines a las nuestras y gustos coincidentes. Nosotros rondamos los 35 años y ellos 40, tienen algo de experiencia en intercambios soft, es decir sin llegar a concretar sexualmente. Al principio solo acordamos intercambiar ideas por mail relatando que haríamos cada uno con el otro. Así nos fuimos conociendo y debo decir que nos calentaba mucho las cosas que nos prometían nuestros amigos.
Habíamos intercambiado fotos en ropa interior, por lo que teníamos una buena impresión de la apariencia de nuestra pareja amiga. Fernando era alto y delgado tenía pelo castaño y el gimnasio lo mantenía en envidiable estado. Vero, su mujer, era mas bien baja, de senos redondos y firmes y un trasero exquisito.
Supongo que nosotros les caímos bien por los comentarios que nos enviaron. Fernando había quedado impresionado con el cuerpo de mi esposa y sobre todo con su estatura ya que ambos somos bastante altos.
Sandra, mi mujer, se excitaba cuando recibíamos noticias de ellos, los relatos eran sumamente eróticos y mientras yo leía ella se masturbaba imaginando la situación en la que éramos protagonistas virtuales. Luego solíamos hacer el amor y reconstruíamos escenas que habíamos leído de nuestros amigos para aumentar el calor de la relación.
Habían pasado varios meses en los que la comunicación era casi diaria, sentíamos que estábamos en condiciones de dar un paso más y después de tratar el tema varias veces, quedamos en encontrarnos con ellos en un bar de la zona.
Estábamos algo nerviosos y mi mujer amagó un par de veces con arrepentirse, una cosa era intercambiar fotos y otra distinta encontrarse cara a cara, pero yo estaba decidido a seguir adelante y la alenté para que continuara. El día llegó y llegamos al bar un rato antes de la hora. Después de unos minutos vimos ingresar a Fernando y Vero, tomados de la mano se dirigieron a nosotros con una sonrisa.
Dos horas más tarde estábamos hablando animadamente como viejos amigos. Ellos eran muy simpáticos, tenían algo de experiencia en intercambio y nos comentaron que siempre lo habían disfrutado. Ahora hacía tiempo que no encontraban una pareja con «feeling» hasta que nos conocieron a nosotros.
Fernando de a poco comenzó a dedicar su atención a mi esposa y yo hice lo propio con Vero. Casi como si hubiese un acuerdo implícito cada uno se concentró en la pareja del otro. Vero me resultaba muy atractiva, tenía un vestido ceñido al cuerpo con un escote que dejaba adivinar los hermosos senos que yo conocía a través de sus fotos. En medio de la conversación se acercó a mi oído para susurrarme que yo le gustaba y desde que nos conocíamos por mail no dejaba de soñar en hacerme el amor. No puedo explicar la sensación excitante que tuve en aquel momento.
Por otra parte Fernando estaba pegado a mi mujer y le acariciaba el cabello mientras hablaba con ella. En ese momento, él nos propuso continuar la velada en su casa; mi esposa me miró como si dudara, por lo que les pedí que nos disculparan un momento para hablar con ella. Nos levantamos de la mesa y fuimos a un reservado del lugar.
– Qué te parece? – Le pregunté con signos de entusiasmo. – No sé, pues me caen bien pero…- Decía ella dubitativa.
-Decime la verdad, te gusta Fernando?- Sí, me parece interesante y es atractivo… –
-Bueno vamos con ellos y vemos como sigue la cosa, si luego te arrepentís, nos marchamos. – Está bien – Dijo finalmente, aunque no muy convencida.
Después de una media hora nos encontramos en el departamento en el que vivían. Fernando sirvió unos tragos y se sentó en un sillón al lado de mi esposa. Vero me pidió que la acompañara a la cocina para preparar alguna cosa para comer; mientras estaba sacando algo de unos estantes, observé como al estirar su cuerpo quebraba la cintura estrecha y se manifestaba su culo parado dentro de aquel vestido. En ese momento perdí el control, la tomé por detrás y le apoyé mi pene en su trasero. Ella giró el rostro y buscó mi boca de inmediato. Nos besamos ardientemente mientras mis manos fueron voraces a las tetas de Vero. Qué placer! Eran más grandes que las de mi esposa y pude sentir de inmediato la respuesta de sus pezones alzados. Ella bajó ambas manos sobre mi bragueta y dedicó un buen rato a acariciar mi trozo duro en extremo.
Nos detuvimos para poder ir a la sala; un instante más y le hubiese quitado la ropa allí mismo. Por un momento me sentí culpable de haber actuado así a espaldas de Sandra, pero no fue poca mi sorpresa cuando al llegar a la sala la vi besándose con Fernando, quien no dejaba de acariciar sus pechos.
Al verme se sonrojó, aunque pude observar su mirada de excitación que tan bien conocía. –Está todo bien, disfrutemos lo que nos de placer – Le dije para sellar el acuerdo.
Entre los cuatro coincidimos en que queríamos continuar pero si alguien se arrepiente todo se termina; además, de llegar a tener sexo, solo lo haríamos con protector.
Para mi sorpresa, mi esposa dispuso otra condición o debería decir regla para nuestro encuentro; quería que llegado el momento estuviésemos en habitaciones separadas. Dijo que le resultaría más morboso y erótico si pretendíamos tener sexo con el otro sin que la pareja pudiese observar lo que hacía. La idea no me agradó, pero el resto estuvo de acuerdo y me vi obligado a aceptar.
Pasamos un buen rato entre caricias y besos con nuestras mujeres quienes quedaron en ropa interior para nuestro regocijo. Vero tomaba la iniciativa y acariciaba suave y lentamente los pechos de mi mujer, quien se dejaba llevar algo nerviosa, pero cada momento más excitada y sensual.
Las bocas de ellas se unieron en un ardiente beso, lamiéndose entre sí, calientes y morbosas mientras las manos de ambas buscaban las tetas y los glúteos de la otra con verdadera pasión y frenesí. Sandra, ya distendida disfrutaba de la situación y sus dedos se posaron en la vulva de Vero, sintiendo por primera vez la cavidad jugosa de otra mujer.
Fernando y yo estábamos extasiados con las escenas que nuestras mujeres habían desarrollado entre sí. Ambos teníamos una abultada erección que no dejábamos de masajear por encima del pantalón, esperando ansiosamente dar inicio a nuestra participación.
Fernando se aproximó a ellas, las besó y acarició alternativamente mientras no dejaban de apretarle el bulto de su entrepierna. Mi esposa estaba tan caliente que había perdido totalmente su inhibición y entregaba sus caricias sin reparos. Cuando él quiso sacar el sosten de Sandra ella lo miró y le pidió que la llevara a la cama, quería estar a solas con él.
Este juego de mi esposa me hacía vacilar, se suponía que teníamos que compartir la experiencia y disfrutar juntos . Además, confieso que tenía curiosidad por ver desnudo a Fernando; le notaba una tremenda erección (a todos los hombres nos gusta comparar y más si se va a acostar con la propia esposa) pero la jugada planteada por Sandra me impedía observar algo más. Pensé que se olvidaría de su condición y en verdad me molestaba.
Vero se dio cuenta de mi indecisión y me tomó de la mano para llevarme al cuarto. Así cada pareja se separó y la última visión de mi mujer fue cuando Fernando la llevaba, acariciando su trasero y cerraba la puerta tras de sí. Era demasiado tarde para arrepentimientos.
Yo traté de concentrarme en Vero, la tomé por la cintura y entramos a la habitación, un vez allí nos besamos ardientemente, mis manos se fueron encima de su hermoso culo, acariciándolo sobre la pequeña tela que lo cubría. Ella no esperó para meter mano sobre mi bragueta y comprobó lo bien armado que estaba para entonces.
Cuando acaricié sus pechos me puse muy caliente al notar una vez más, lo duros y redondos que eran. Le quité la ropa interior y comencé a chupar aquellos pezones hasta que se alzaron de manera increible. Era delicioso pasar mi lengua sobre esos montículos rosados y enhiestos, tan diferentes a los de mi esposa. Para mejor, hay que ver como gemía esa mujer!!, evidentemente era muy sensible a sus pezones porque mi boca trabajando sobre ellos le hizo soltar con una calentura descomunal. Se arrodilló delante y desesperadamente extrajo mi verga poderosa para comenzar una succión de maravilla, chupando el líquido caliente que comenzaba a salir de la cabeza hinchada. Yo la tomaba de los pelos y ella no sacaba ni un instante el palo de su boca.
Luego me desnudó por completo, su pecho subía y bajaba y me miraba con ojos hambrientos, mojándose los labios, pensando como iba a disfrutar de mi pija.
La recosté en la cama, ella abrió inmediatamente las piernas y llevó sus manos a los barrotes de la cabecera, sujetándose con firmeza. Mi lengua comenzó a trabajar en su vulva, lamiendo el clítoris y haciendo pequeñas penetraciones. Qué placer era recibir los jugos de aquella vagina!! Cómo me agradó beber aquel néctar !! Entretanto ella se mordía los labios, retorcía el cuerpo y ronroneaba como una gata en celo. Así…así mi amor!!…Repetía extasiada.
Después la hice girar y le lamí el orificio anal como un esclavo, ella separaba las nalgas con ambas manos y balbuceaba obscenidades con la cara pegada a las sábanas. Vamos!! Así, haceme sentir como una puta!! chupame el culo…más…más!!…
Al mismo tiempo yo pensaba lo que le estaría haciendo Fernando a mi mujer y si ella estaría respondiendo de la misma manera; eso me daba celos y me calentaba a la vez.
Luego giró en la cama y abrió las piernas todo lo que pudo. Por favor dámela ya!! Me suplicó en medio de gemidos fogosos. Me puse el protector y así, de una sola embestida le hundí mi poderoso miembro hasta los testículos. El interior caliente y lubricado de su vulva hizo que la estocada fuese a fondo de manera inmediata y ni bien la tuvo toda adentro, comenzó a sacudir sus caderas y levantar la pelvis. Potro!! Qué pedazo!! Cómo me gusta lo que me haces!!…Soy tu hembra!!…
Ella estaba presa de una calentura infernal y me hacía poner a mil. Durante largo tiempo nos dedicamos a trenzar nuestros cuerpos en diferentes posiciones.
Finalmente, coloqué sus piernas levantadas sobre mis hombros para ir a tope con mi pene, se lo enterré una y otra vez sin parar, cada vez más rápido mientras ella se entregaba a pleno, gozando sin reservas.
En ese momento escuchamos el grito inconfundible de mi esposa, producto del orgasmo que acababa de tener con Fernando. Allí no aguantamos más, le llené la vulva con mi leche y ella acabó en medio de alaridos de placer…
Quedamos tendidos, transpirados y exhaustos como dos guerreros después del combate.
De pronto reaccioné con un sentimiento de celos por la relación que mi esposa había tenido con Fernando; su grito orgásmico retumbaba en mi mente, pocas veces la había sentido terminar de esa manera. Comencé a sentir desesperación por saber los detalles de lo ocurrido.
Al cabo de un rato encontré a mi mujer que salía de la ducha cubierta con una toalla; me besó con una sonrisa. – Espero que lo hayas pasado tan bien como yo – Dijo, sensual y morbosa como nunca.
Apenas podía ocultar mi desesperación por estar a solas con mi esposa y poder hablar con ella. Abrevié los saludos de despedida casi sin hacer comentarios y nos marchamos a nuestra casa.
El relato detallado que la esposa le contó a mi amigo y las consecuencias que esa noche trajo para la pareja, es el siguiente……
Mi amigo estaba verdaderamente desesperado después de los acontecimientos de aquella noche. Cuando salió apuradamente con su mujer de la casa donde habían mantenido relaciones con Fernando y Vero, solo tenía en mente averiguar por qué su esposa había disfrutado tanto con Fernando.
Mi amigo estaba verdaderamente desesperado después de los acontecimientos de aquella noche. Cuando salió apuradamente con su mujer de la casa donde habían mantenido relaciones con Fernando y Vero, solo tenía en mente averiguar por qué su esposa había disfrutado tanto con Fernando.
Esta es la descripción de los acontecimientos según la versión que mi amigo llegó a contarme…
***
– Bueno – Dije tratando de disimular mi inquietud mientras encendía el motor del auto.
– Me vas a contar o no?
– Qué quieres saber?; acaso no sabes a que fuimos con nuestros amigos o es que te has dedicado todo este tiempo a hablar sobre filosofía con Verónica.
– No…claro pero…bueno como lo pasaste?-
– Creo haberte dado a entender perfectamente que lo pasé bien y disfruté el momento; de eso se trataba tu fantasía, no?
-Si ya…pero qué más puedes contarme.- Insistí yo.
-Mira, no creo conveniente que hablemos ahora, de acuerdo? Lo dejamos para otro momento, estoy cansada y solo espero llegar a casa para dormir –
El desinterés de Sandra me dejó más intranquilo; traté de convencerme que tal vez tenía razón, había sido una noche demasiado cargada de emociones hasta ahora inéditas para nosotros. La jornada había culminado con la experiencia sexual más caliente que hayamos vivido y sin embargo habíamos estado separados.
Los días siguientes transcurrieron sin mayores novedades, nos dedicamos a nuestros trabajos y cuando nos hallábamos en casa parecíamos estar ausentes. Ninguno se atrevía a mencionar nada respecto de lo sucedido y preferí hacer un intento de olvidar todo.
El sábado estábamos de buen humor; por la mañana fuimos a jugar al tenis y a la noche vimos una peli en el cine que resultó excelente. Cenamos fuera y de regreso en casa nos bebimos algunas copas para entonarnos. Mi esposa estaba sensual y bella como de costumbre.
Me acerqué hacia ella, la tomé de la cintura y comencé a besarla mientras mis manos levantaban la falda del vestido buscando las nalgas suaves y redondas. Bajé sus bragas, me arrodillé delante y dirigí mi lengua hacia los pliegues de sus tiernos labios vaginales. Ella levantó una pierna para apoyarla sobre la silla y con sus dedos ayudaba a separar aún más la entrada de aquella zona exquisita. Sentí los suaves gemidos de mi esposa, el calor húmedo y perfumado de su excitación llegaba a mi boca; mi lengua hurgaba sin descanso lamiendo y mordisqueando el clítoris expuesto.
Ella me tomó el rostro con ambas manos y se agachó hasta posar sus labios sobre los míos, lamiendo los restos de su propios jugos tibios.
Se quitó la ropa por completo excepto los zapatos de tacón. Quedó parada delante de mí con las piernas ligeramente separadas y las manos cruzadas en su espalda en actitud sensual y desafiante. Con la mirada la recorrí de abajo hacia arriba, observando el brillo de su vello púbico, los pezones erizados, sus labios tentadores, su piel rosada,… estaba magnífica.
Me desnudé rápidamente y fui hacia ella como un poseído, nos recostamos sobre el sofá y mientras la besaba ardientemente por todo su cuerpo le hundí el miembro erecto hasta donde llegaba su recorrido. Qué placer era sentir el calor abrasador de su cavidad, sus músculos apretando mi pene, tratando de exprimirlo. Mi esposa se sacudía y gemía deliciosa pidiendo más ante cada una de mis embestidas.
De pronto volaron en mi mente las imágenes de mi mujer con Fernando (habría sido así con él?); una y otra vez llegaba el recuerdo de sus manos sobre el culo de mi esposa, desapareciendo tras la puerta del cuarto… «Espero que lo hayas pasado tan bien como yo», me había dicho ella.
– Así gemías con Fernando?- Le susurré al oido mientras seguía penetrándola.
-Ahh!…- Dejemos eso ahora mi amor – Sigue así!… Alcanzó a decir ella en medio de su excitación.
Retiré mi verga de su interior, la tomé por los pelos y la empujé hacia la cabeza de mi pene colorada y dura. Su boca se abrió obediente y comenzó a succionar una y otra vez mientras acariciaba mis testículos.
-Así mi putita…así…igual que se lo hacías a Fernando, verdad? Ella continuaba su tarea respirando entrecortada. – Te vas a tomar mi leche!! – Le dije sin dejar de sostenerla por los pelos. El movimiento de mi esposa se aceleró súbitamente, su boca chupaba en un vaivén frenético.
-Ahh…te voy a llenar la boca! – Te gusta?… – También te tragaste la de Fernando, verdad? Insistía enloquecido. Te tragaste su lechita?…eh? En ese instante mi esposa asintió afirmativamente con un movimiento de su cabeza y mi esperma estalló dentro de ella…
Lejos de haber sido una velada ideal, ella no alcanzó el orgasmo después de mi intervención, simplemente fue hacia el baño y luego se retiró en silencio al cuarto.
-Lo siento…- le dije arrepentido. – No sé que me ocurrió…Fue la calentura del momento, ya sabes…
-Está bien, ya pasó – Mi mujer se echó a la cama, pero en su interior sabía que nada había pasado aún.
Transcurrieron varios días de poca conversación, algo flotaba en el ambiente que teníamos que resolver porque no desaparecería si no lo enfrentábamos. Para peor, un noche cuando llegué del trabajo Sandra me dijo que Fernando y Vero habían llamado para saber cómo estábamos y si queríamos salir a cenar con ellos. No solo eso, sino que mi esposa estaba de acuerdo en pasar a buscarlos.
No pude evitar un rapto de ira. – Ahora entiendo que solo estabas esperando este momento! Qué ocurre, acaso no puedes estar sin verlos?-
-Claro, que puedo!, solamente pensé que te agradaría verlos nuevamente. Solo nos invitaron a cenar en un restaurante, eso es todo.-
-Pues si no recuerdo mal la última vez nos encontramos en un bar y luego terminamos la faena entre las sábanas!-
-Me alegro que recuerdes bien!, porque la idea de ir adelante con todo aquello fue tuya!!- Mi esposa estaba fuera de sí y ambos gritábamos sin control.
La discusión duró poco más, salí a la calle a caminar y pensar un poco cómo debía continuar mi matrimonio. Estaba claro que tenía una necesidad que iba más allá de una simple curiosidad y decidí encarar la situación.
Llegué a casa, mi esposa estaba leyendo. – Tenemos que hablar ahora…necesito que hablemos ahora – dije casi suplicando.
-Muy bien, me parece la mejor manera de resolver los problemas –
-Quiero…quiero saber qué pasó aquella noche, necesito saber todo. Porque tu decisión de ir con Fernando a solas no era parte del juego-.
-Y si no era parte del juego, por qué lo aceptaste? No digas nada, yo sé la respuesta, estabas tan caliente con Vero que no podías renunciar a tener sexo con ella aún cuando tu esposa estuviese con otro hombre!.
-No fue así! Simplemente que en ese momento estaba confundido y…
-Confundido!, pues para mí las cosas las habías puesto bastante claras, pero siempre y cuando se respetaran tus condiciones!
-Está bien…perdona…pero aún así ahora eso ya no se puede remediar y te estoy pidiendo que me cuentes todo en compensación; creo que así podremos volver a tener nuestra pareja como antes-.
-Yo no opino de la misma manera, creo que nos hará peor…tal vez si tratamos de olvidarlo…
-No!…por favor!…Estoy dispuesto a entenderlo, pero dime toda la verdad.- Ya no sabía cómo pedírselo.
-Está bien…te contaré todo…solo por que insistes.
Ni bien entramos a su cuarto Fernando me besó profundamente, sus manos no dejaban de acariciar mi trasero. Yo estaba aún algo confundida pero muy caliente; tengo que reconocer que la sesión previa con Vero me había excitado sobremanera. Nunca pensé que una mujer me pudiese calentar tanto. Hasta podía percibir mi propio aroma fruto del líquido que emanaba mi vagina. Fernando entretanto, tenía una abultada erección y mis manos fueron directamente hacia allí para apretar aquella herramienta aún oculta por el pantalón. Mis manos se llenaron con ese bulto caliente como una brasa, lo recorrí arriba y abajo comprobando que tenía la dureza de una piedra; cuando quise desabrochar el cinturón para extraerlo, Fernando me lo impidió.
-Aún no…- Me dijo, con voz suave y tentadora. – Confía en mi…- Me pidió que me desnudara por completo. Mientras lo hacía sentí que me acariciaba con la mirada. –Eres una belleza y mereces gozar sin límites – Dijo una vez que quedé desnuda ante él.
Me hizo sentar en una silla con las piernas abiertas y comenzó a lamerme la vulva metiendo su lengua dentro. Sabiamente llegaba a mis zonas más erógenas cambiando el ritmo; lento, rápido, dentro, fuera. Mis palpitaciones se aceleraban cada vez más, apenas podía aguantar, mis manos se aferraban a la silla para no retorcerme en espasmos de placer –Siiii…necesito que me la metas!- Era lo único que deseaba en aquel momento. Cuando estaba por llegar al orgasmo él se detuvo, se colocó delante y bajó su pantalón.
Miré con lujuria y deseo aquel miembro erecto por completo, hinchado, venoso, grueso. Su glande apuntaba hacia mi como una flecha a punto de ser disparada. Mis manos se abalanzaron para atraparlo y abrí la boca todo lo que pude para cubrirlo con ella; comencé a succionar la dulce miel que me entregaba.
No sé cuánto tiempo le dediqué chupando su pene sin detenerme, estaba aún más grueso que cuando comencé, apenas podía introducirlo. Con una mano comencé a acariciar su culo, firme y atlético…entonces él se abrió un poco…mis dedos se acercaron a su orificio…no estaba segura de lo que hacía pero me resultaba muy excitante. Sin dejar de chuparle el pene le introduje un dedo en su ano…de inmediato sentí su gemido de aprobación. Era la primera vez que hacía algo así…resultaba maravilloso y caliente.
-Eres fantástica…te voy a llenar con mi leche…- Al oir lo que decía me excité mucho más, frenéticamente comencé a masturbarme y cuando sentí que su miembro estaba por estallar, aceleré la succión de mi boca. Casi de inmediato me inundó con su esperma caliente que tragué por completo; mi orgasmo no se hizo esperar y el pene dentro de mi boca evitó el alarido por eso no escuchaste nada.
Me besó tiernamente – Nada mal para ser la primera vez, ahora recuéstate en la cama – Su voz era embriagadora y yo me dejaba llevar. Comenzó a recorrer mi cuerpo con su boca y para mi asombro en un instante tenía su miembro nuevamente duro. Se colocó el protector y yo abrí mis piernas para recibirlo. Lo sentí en todo su esplendor, mi vagina se adaptó a él de inmediato y me penetró hasta el fondo, serruchándome sin parar,llevando mis piernas hacia el frente comenzó a cogerme cada vez más fuerte sin parar,mientras lo hacía mordía y chupaba mis pezones calentándome aún más,yo le pedía más y más entre gemidos.
Yo estaba preparada para un nuevo orgasmo pero de pronto se detuvo y me hizo girar boca abajo. Extrajo de un cajón un par de esposas de metal que delicadamente me cerró sobre cada muñeca y amarró el otro extremo a la cabecera de la cama. Extrañamente no sentía miedo sino una tremenda excitación.
Luego posó sus manos en mis glúteos y comenzó a dedicarme una sesión de lengua en el ano, que logró marearme de placer. Sentía que mi vagina chorreaba abundante líquido del interior y llegaba a mis muslos…me estaba preparando para poseerme por detrás. Le pedí que no lo hiciera y me dijo que no haría nada que yo no deseara y continuó chupando mi trasero. El orificio anal se dilataba como respuesta a sus caricias, no podía evitar una enorme excitación.
En ese momento introdujo un dedo dentro de mi culo; empezó a moverlo dentro y fuera…instintivamente me arrodillé levantando el trasero; comencé a moverme atrás y adelante para favorecer el recorrido de su dedo en mi interior que para entonces se deslizaba con facilidad.
Después de un rato Fernando me mostró el consolador que utilizaría para continuar. No dije nada, solo me mordí los labios hasta que sentí la penetración suave. Haciendo girar despacio el extremo del cilindro fue metiéndolo de a poco en el ano; mi cuerpo se estremecía cada vez más, sabía que él no se detendría y yo estaba amarrada lo cual me excitaba de manera indescriptible.
Casi no podía hablar, solo emitía gemidos de placer que Fernando sabía interpretar y acompañaba introduciendo hasta el fondo aquel instrumento. Giré mi cabeza hacia atrás y pude ver el pene de él, en tremenda erección, acechando a mi espalda como un animal furioso aguardando su oportunidad para perforarme el ano.
No pude resistir más…quería ser poseída por detrás con aquel miembro…lo deseaba!!. Le pedí que me lo metiera…le rogué que me la metiera por el culo hasta le supliqué q se sacara el condon para hacerme la cola.
– Lo que tu digas…- Me dijo morboso.
Mi orificio anal estaba muy dilatado por el trabajo previo, pero aquel pedazo lo iba a agrandar mucho más. Fernando me tomó por la cintura y acomodó el trasero hacia arriba para facilitar la penetración. Separó mis nalgas con ambas manos…yo esperaba ansiosa la perforación y de una arremetida introdujo toda la cabeza.
Solté un insulto ante el dolor repentino pero casi de inmediato el placer superó cualquier otra sensación. De ahí en más todo fue sentir como centímetro a centímetro iba metiendo su pene, yo chorreaba las sábanas con mi calentura, mordía la almohada, sacudía la cabeza y gemía salvajemente. Luego comenzó a sacudirme, sentía como su pedazo recorría mi ano y sus testículos golpeteaban sobre mis glúteos…lo había metido por completo…me sentía más morbosa que nunca y no quería que se detuviera ni un instante.así q el sujetándome de la cintura y de cuclillas comenzó a embutir lento pero constante,me estaba haciendo gozar de una manera única poco a poco sus embestidas se hicieron más fuertes y mis gemidos también,incluso sentí q se le puso mas dura y grande ,estar amarrada y siendo empalada por atrás me explotó la cabeza.
Poco pude aguantar…acabé violentamente en medio de alaridos al mismo tiempo que lo hizo él llenándome el ano de su tibia esperma…Su pene quedó dentro mío palpitando hasta que logró relajarse por completo, siguió entrando y saliendo pero su flacidez ya no se lo permitió.
Quedé exhausta, sin aliento, pero había alcanzado el climax y el placer como nunca antes…el culo me palpitaba y nos besamos fogosamente,la estábamos pasando tan bien yo quería seguir teniendo sexo y Fernando también pero Vero le mando un texto q te habías puesto celoso y tuvimos q cortarla arruinaste todo.
Mi esposa finalizó con esas últimas palabras que me atravesaron como un puñal, porque notaba que lo decía convencida de si misma. Apenas podía creer lo que me había contado; la manera en que ella se había entregado a Fernando era demasiado para mi. Me levanté en silencio y salí a caminar, a despejar mi mente con aire fresco…
***
Pues bien, este es el final del relato que mi amigo me confesó hace algún tiempo. Su matrimonio jamás volvió a ser el mismo porque él nunca pudo recuperarse a pesar de los esfuerzos de Sandra. Siempre fantaseó gozar a pleno una noche de sexo pero no estaba preparado para que su esposa también lo disfrutase. Tal vez fue un error querer saberlo todo, tal vez fue un error el encuentro con aquella pareja, lo cierto es que con el tiempo se separaron para colmo un día se encontró a Sandra con Fernando y Verónica en un bar muy alegres,el colérico la llevó a una esquina para reclamarle pero ella le refrescó la memoria q estaban divorciados,el colérico antes de irse le dijo q le dijera la verdad si había vuelto a coger con Fernando,ella miró a otro lado pero el le insistió un poco más agresivo ella lo miró y le dijo q si y ya alterada le dijo al oído q si lo q quería saber era si seguían viéndose la respuesta era q esa misma noche tenían planeado un rico trío con Verónica y nada ni nadie la detendría,diciendo esto se marchó a la mesa con sus nuevos amigos.
La extraña y quisiera volver con ella pero no puede; tiene una pesadilla que se repite: el teléfono suena y su esposa le dice que Fernando quiere invitarlos a tomar algo…para rematarla Fernando le envío una foto empalando por el culo a Sandra.
