
No sé, si es porque me divorcié de su padre cuando mi hijo todavía era un niño, o porque debido a que cuando salgo de mi trabajo los viernes en ocasiones bebo, la cosa es que yo sentía que mi hijo vivía bien molesto conmigo, la mayor parte del tiempo.
Ya que era algo común para mí, el que me viera los viernes llegar entrada en tragos, después de trabajar, aunque se acostumbró desde niño, a llevarme a la cama, entiendo que él no dejaba de sentirse mal por eso.
Mi hijo, al cumplir sus catorce años, yo sentía que él tenía algo de resentimiento contra mi persona, ya que no se molestaba por las condiciones en que yo llegaba a casa, pero procuraba no verme.
Y así se la pasó hasta sus dieciocho años, en que una noche mientras que yo llegaba como de costumbre algo entrada en tragos.
Se topó conmigo al momento que él iba a salir con unos amigos, molesto por el retraso me llevó hasta mi dormitorio, me tiró en la cama tal y como yo había llegado.
Cuando niño se dedicaba a quitarme toda la ropa, pero en ese momento mi aliento alcohólico le molestaba, por lo que me dejó en la cama, pero de manera bien torpe, traté de comenzar a desvestirme, lo que hizo que él se detuviera a observarme.
Al principio pienso que lo hizo por pura curiosidad, pero a medida que fue viendo como mi ropa iba a dar al piso de mi habitación, se quedó extasiado ya que no estaba usando más nada bajo mi vestido.
Tan desnuda como estaba, me quedé finalmente acostada, justo en ese momento sus amigos tocaron la puerta, por lo que mi hijo salió de inmediato con ellos.
Cuando regresó ya en la madrugada, al asomarse a mi habitación, ya me había levantado y puesto mi bata de dormir.
Pero a la siguiente semana, cuando regresé realmente estaba bien borracha, y dando tras pies me fue llevando hasta mi habitación.
No creo que en ese momento se haya dado cuenta, pero al momento de agarrarme, colocó su brazo izquierdo sobre mi cuello, y me rodeó con su brazo derecho finalmente colocando su mano sobre mi teta derecha.
Pero a medida que caminábamos torpemente, al colocar su mano sobre mi teta, se dio cuenta que sus dedos me la estaban tocando.
Casi de manera inmediata, los retiró su mano, pero de igual forma la volvió a colocar, pero en lugar de colocar sus dedos sobre la tela de mi vestido, los metió por debajo de la tela.
A pesar de mi borrachera, me di cuenta que su mano agarraba mi teta, la que comenzó a acariciar con la punta de sus dedos, a medida que seguíamos caminando rumbo a mi cama.
Momentáneamente le di una mirada, a medida que seguía casi cargándome hasta mi habitación, él comenzó a verme de forma o manera bien diferente.
Apenas entramos a mi cuarto, me tiró sobre mi cama, prendió la luz y me observó detenidamente.
Como de costumbre era tal mi borrachera que, aunque no estaba dormida, difícilmente podría decir que estaba despierta.
Sin perder tiempo, me bajó el zipper de mi vestido, y de inmediato me lo terminó de quitar.
Quedando con mi ropa íntima, la que paso a quitarme, primero el medio fondo oscuro que estaba usando, luego de manera seguida el panti medias y las pantaletas, y por último el sostén.
Cuando me tuvo del todo desnuda frente a él, de manera cuidadosa, lentamente me separó las piernas.
Se quedó con la boca abierta, por un buen rato observando mi coño, mi hijo no podía dejar de ver como debajo de la mata de pelos negros y ensortijados, se encontraba la raja de mi coño.
Suavemente pasó su dedo indicé por sobre mis labios vaginales, y al ver que permanecía sin reaccionar se atrevió a tocar un poco más y más.
En cosa de segundos me di cuenta a pesar de mi estado que mi hijo sentía una tremenda incomodidad dentro de su pantalón, yo podía notar aún bajo la tela de su pantalón, que su verga se encontraba erecta y bien dura.
Tanto que, sin pensarlo dos veces, la sacó de su escondite, en ese instante medio abrí los ojos, le di una mirada diferente a las que le había dado el resto de la noche, me sonreí ligeramente y le hice señas para que se me acercase.
Mi hijo, sin saber qué hacer precisamente, algo entre temeroso y excitado se me acercó, fue cuando le dije. “Tú eres todo un hijo de puta que te quieres coger a tu mamá.”
Mis palabras lo dejaron pasmado, sin perder tiempo ni el tino, agarré su verga entre mis dedos, y comencé a moverla de manera que casi rosaba mi coño.
Pero a medida que seguía haciendo eso, él fue acercando su cuerpo más al mío, hasta que comenzó a sentir como el calor de mi coño, envolvía toda su verga.
La excitación de mi hijo era bárbara, por una parte, me lo estaba metiendo de verdad, verdad, a mí su propia madre.
Pienso que hasta esos momentos la actividad sexual de mi hijo, sólo se había limitado a una que otra paja ocasional, usando las revistas porno que tenía escondidas bajo su cama.
Pero nada como tenerme frente a él completamente desnuda, toda una verdadera mujer, entre sus brazos.
Además, la manera en que yo había comenzado a mover mi cuerpo, lo excitó más y lo puso mucho más caliente.
Sin contar todas las cosas que le comencé a decir a medida que mi hijo me penetraba con su verga y la sacaba de mi caliente y mojado coño.
“Dame más duro papacito, que rico coges hijo de puta.” El escuchar mis palabras, y casi de inmediato que comenzó a besarme y a chupar mis tetas, eso nos puso a los dos como un par de locos.
En medio de todo, no podía creer que mi propio hijo, me estuviese penetrando con su parada verga en mi propia cama.
Pero qué rico estaba el hijo de la gran puta de mi hijo, me imagino que debió alcanzar un tremendo clímax, ya que le he dejado todas mis uñas marcadas en su espalda, y él ni cuenta se dio, al tiempo que disfrutó de acabar por completo dentro de mi peludo coño.
Después de estar un buen rato, tendido a mi lado se levantó de la cama, sin decir nada, en la mañana del sábado, al despertarse, procuró vestirse y salir de la casa, sin hacer ruido.
Pero al poner el pie en el pasillo me encontró de frente, lo vi como si nada hubiera pasado entre nosotros, le di los buenos días.
Después como de costumbre, le dije que ya estaba listo su desayuno, me dio la impresión de que para mi hijo fue todo un sufrimiento.
Pero a medida que fueron pasando los días, quizás pensó que yo no me acordaba de nada de lo ocurrido, y se fue quedando mucho más tranquilo.
Después de eso, hasta que casualmente el siguiente viernes, cuando a eso de las doce de la noche, llegué más borracha que de costumbre.
Tras dejarme en la cama tal como estaba vestida, ya se retiraba de mi habitación sin decir palabra, cuando me escuchó decirle de manera suplicante, que me ayudase a desvestir.
Sin pensarlo mucho comenzó a ayudarme, mientras que yo infructuosamente, trataba de bajar el zipper de mi vestido.
Mi hijo se limitó nada más a quitarme el vestido, tras lo cual me acostó en mi cama, él no habíamos llegado a salir de mi cuarto, cuando escuchó un fuerte golpe.
Yo estaba sentada en el piso ya sin mi sostén tratando de quitarme las pantimedias y las pantaletas al mismo tiempo.
Fue cuando le dije en un tono algo seductor, ayúdame, de inmediato a pesar de la vergüenza de tener a mi semidesnuda frente a él.
Me ayudó a sentarme en la cama, y sin decir nada mientras lo observaba con una sonrisa, él me terminó de quitar toda mi ropa íntima dejándome toda desnuda.
De golpe actúe como si me hubiera despertado, pero más borracha de lo que estaba, abrí mis piernas y señalando mi coño, le pregunté “A que no sabes cómo se llama esto.”
Sin esperar su respuesta e introduciendo mis dedos dentro de mi coño, dije. “Esto es un verdadero coño, ¿lo quieren probar?”
Ya en ese corto instante su excitación fue rápida, yo gesticulaba, y hablaba sola, diciendo. “Cuando una busca un macho no aparece ninguno.”
En ese mismo momento, mi hijo se ha quitado los pantalones e interiores, en ese momento su verga apuntaba directamente, hacía mí.
El nada más decir ella eso, la imagen que vino a mi mente fue tan excitante que, sin perder tiempo de inmediato, a pesar de mi condición, cuando agarré su verga me la he metido dentro de mi boca.
Por un corto rato le he dado una tremenda mamada, pero de inmediato, sacándome su verga de mi boca me coloqué en cuatro y dirigí su verga entre mis nalgas, las que en cosa de segundos se la tragado toda.
Casi de inmediato nos quedamos acostados de lado, no sé cómo lo hicimos, pero los dos nos movíamos al mismo tiempo, divinamente disfrutaba que mi propio hijo me estuviera dándome por el culo a mí.
Así que mientras que yo gemía, me quejaba, me reía y le decía hijo de la gran puta, mi hijo con más fuerza me daba por el culo, en ese momento agarré una de sus manos y la coloqué sobre mi coño, el que él comenzó a agarrar con fuerza.
Yo continuaba disfrutando de la verga de mi hijo, sabrosamente, yo no salía del asombro, al ver lo sucia que me comportaba, pero eso me excitaba mucho más todavía.
Por lo que con mayor fuerza movía mi culo, divinamente de lado a lado, y apretaba sabrosamente, cada vez que él me metía toda su dura verga.
Yo seguí diciéndole groserías, insultándolo, pero riéndome, y disfrutando de lo que él me estaba haciendo, a medida que él seguía clavándome divinamente, hasta que alcancé un gritón orgasmo.
Después de eso, eyaculó, pero dentro de mi culo, quede extenuada, mi hijo se levantó, y me dejó tal como estaba con una sonrisa entre mis labios, y se marchó de la habitación.
Como en la otra ocasión, después de que se marchó de mi habitación, pienso que se sintió mal, hasta la mañana del día siguiente, al verme actuando tan alegre como una colegiala enamorada, como por arte de magia se le ha quitado toda esa pendejada.
Yo soy algo pervertida ya que todavía sigo bebiendo y mucho, pero mi hijo está ahí para ayudarme a desvestir, y disfrutar de un buen rato.