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Mis, y las primeras experiencias sexuales de mi hermanito y yo, fueron con mama. Part3.

El agotamiento fue tal que no supe cuanto tiempo dormí, solo se que estaba profundamente dormido, exprimiendo al máximo la sensación de ese orgasmo, teniendo en mi cabeza la imagen de las nalgas de mamá, estranguladas por ese interior negro de encaje que se perdía en esos muslos enormes, redondos y apetecibles.

Sentía una pesadez bastante deliciosa, no soñaba, pero tenia los ojos cerrados plácidamente, desconectado del mundo hasta el punto de no tener percepción de nada hasta que escuche la voz de mamá y salí de mi transe casi de forma inmediata.

  • Mi Xavi… – Decía de forma melodiosa mientras dejaba las llaves sobre la mesa y se acercaba a mi dormitorio.

No tenia tiempo para nada, caí en cuenta que estaba desnudo y mi ropa interior estaba llena de semen y muy lejos de mi alcance, por lo que mi única opción fue agarrar las cobijas y cubrirme lo mejor posible, pero entre la desesperación solo atiné a estirarlas hasta tapar mis costillas; me recosté y fingí estar despertando por su voz.

  • Ma ya volviste. – Dije fingiendo un bostezo al final de la oración.
  • Si y tu sigues en cama, andas vaguito mi amor. – Respondió mamá sentándose cerca de la cama.
  • Son vacaciones ma y sábado, aparte no te has demorado mucho.
  • Xavi, me fui hace más de 2 horas. – Dijo mamá con una mirada algo desafiante.
  • ¡¿Enserio?! No me he dado cuenta. – Lo decía enserio, no tenia idea cuanto tiempo había transcurrido – pensé que seguían siendo las 8.
  • No ya es medio día y toca ir donde tu abuela al almuerzo. – Respondió mamá sentada a un lado de la cama sujetando mi tobillo por encima de las cobijas.
  • Pero ¿Y qué te hiciste con Elena? que no te veo diferencia. – Pregunte de forma muy natural y poco reflexionada.
  • Ammm… lo que me hice no se puede ver a simple vista, no me corte el cabello, fui a depilarme. – Respondió mamá con algo de vergüenza.
  • ¿Depilarte? ¿Las axilas? ¿Se paga por eso? – Pregunte muy absurdamente, pues desconocía de aquellos rituales de belleza femenina.
  • No mi amor, eso lo hago yo sola. Fui a depilarme las piernas y mi zona intima. – Respondió mamá desviando su mirada al decir las ultimas palabras.
  • No sabía que te hacías eso ma, pensé que solo ibas a cortarte el cabello. – Respondí intrigado, pero algo curioso. – ¿Para que se depilan las piernas?
  • Para que se vean lindas y suaves, y para que no te incomode usar medias nylon, a veces los vellitos se remuerden y te lastiman o peor, se rompen las medias. – Respondió mamá jugueteando con mi tobillo.
  • Beneficios de ser hombre, no me imagino como debe sentirse y lo incomodo que debe ser afeitarse ahí. – Dije en tono burlón.
  • Más que incomodo es doloroso, porque se depila con cera caliente no con rastrillo, pero quedan muy lindas y suaves. ¿Quieres verlas y darme tu opinión? – Dijo mamá con una mirada picara.
  • Claro ma. – Respondí sin disimular mi impaciencia y curiosidad.

Mamá se puso de pie y me dio la espalda, se descalzo las zapatillas con los pies, introdujo los pulgares en los costados de su licra y empino sus nalgas mientras deslizaba la licra por sus mulsos hasta llegar a sus rodillas; ese pequeño movimiento fue muy rápido, pero a su vez lo suficientemente lento para apreciar como su interior estaba desacomodado, casi devorado por esas nalgas potentes.

Empezó a girar de a poco, subiendo su rodilla izquierda para terminar de deslizar la prenda ajustada hasta que su pie quedará libre, con el mismo pie sostuvo en el piso la basta, y subía la pierna derecha para repetir el proceso.

Al tiempo la tenía frente a mí, con una camiseta azul que cubría su abdomen y la tercera parte de sus nalgas, y sus pies cubiertos con medias tobilleras algo desacomodadas por el forcejeo propio de desvestirse. Sus manos acariciaban la parte lateral de sus muslos, mientras miraba hacia el piso como buscando algo.

  • ¿Qué tal se ven sin vellitos? – Pregunto mamá de pie frente a mí.
  • Pues se ven como siempre ma. – Respondí mirando fijamente sus curvas.
  • ¡¿Cómo vas a decir eso?! – Dijo mamá fingiéndose herida.
  • Es que yo te veo con medias nylon siempre, entonces se ven igual solo que sin el color oscuro de las medias. – Respondí con una astucia que no era propia de mí.
  • A pues bueno, eso es cierto. Pero debes tocarlas para que sientas la diferencia. – Dijo mamá mientras se sentaba a mi lado estirando sus piernas cuan largas era la cama. – Dame tu mano.
  • Si que están suavecitas, como tus mejillas cuando te pones tus cremas. – Respondí mientras las yemas de mis dedos recorrían sus piernas de la mano de mamá.
  • Si mi amor, así se mantienen bonitas.

La mano de mamá me llevo serpenteando desde su rodilla hasta la altura de su muslo, el recorrido era bastante excitante, tenía una erección enorme bajo las cobijas, quería mastúrbame con mi mano libre mientras sentía esa textura tan suave, pero casi de la nada volvieron a mis las palabras que la avergonzaron; estaba tan excitado que no podía más y era el momento de arriesgarme:

  • ¿Te dejaron así tu zona intima? – Pregunte con vergüenza, angustia, miedo y deseo en cada palabra.
  • Ammm… Si mi amor… – Respondió mamá con un poco de vergüenza, deteniendo el recorrido de mis dedos, justo cuando mis yemas se habían encontrado con la tela de su interior de encaje.
  • ¿Y no te da vergüenza que te miren ma? – Pregunte con cautela.
  • La primera vez sí, pero a Elena ya le tengo confianza y ya no me da pena que me vea y me depile. – Dijo mamá con la voz más calmada, metiendo sus dedos entre los míos.
  • ¡Auch! Pero si que debe de doler. – Dije mirando nuestras manos.
  • Si duele, pero también es por higiene y para que se vea bonito. – Respondió mamá casi como un susurro.

El momento estaba volviéndose bastante intenso, había una tensión sexual increíble y pues yo tenia el temor de eyacular en cualquier momento, mientras que me mataba el deseo de ver mamá a los ojos, sentía que si teníamos contacto visual algo iba a ocurrir. Tenia miedo, así que para intentar aliviar el momento trate de decir un comentario gracioso.

  • Yo no lo haría, aparte de la vergüenza, las pocas veces que se me han cogido los vellos en el cierre del pantalón me han dolido horrores. – Replique en tono burlesco.
  • Jajaja… Por eso hay que depilarse mi amor – Mamá dejo escapar una pequeña risa al tiempo que soltó mi mano, y la dirigió a mi pecho. – Veo que ya dormiste sin ropa mi amor.
  • Ahhh… Si… Es que me dio calor y lo quise intentar. – Respondí con asombro y miedo nuevamente.
  • ¿Y que tal el sueño? – Pregunto mamá mientras deslizaba sus uñas en mi pecho.
  • Agradable, como que se siente más fresco… – Dije con un hilo de voz.
  • Que bueno mi amor. Si que tienes vellitos – Dijo mama mientras miraba mi abdomen y sus dedos se deslizaban por mi ombligo – Veamos si debes depilarte.

Sin aviso, mamá tomo las cobijas y las retiro en dirección a la pared y lo que temía pareció volverse realidad. Mi pene estaba erecto, bastante hinchado y sudado por el calor de la cama, además, el movimiento de las cobijas dejo ver un hilo de fluidos transparentes estirarse desde una de las orillas de la sabana hasta mi glande, y cuando la tensión se rompió, este cayo embarrando parte de mi abdomen bajo y la sabana.

Sentía mucha vergüenza, esos segundos duraron horas, sentía que mamá me estaba mirando no se si inquisidora o inquieta, pero lo estaba haciendo, y la vergüenza pese a que estaba alta, también lo era mi excitación; jamás había tenido sexo, no sabia lo que se sentía la caricia de una lengua en mi glande o el abrazo húmedo y esponjoso de una vagina, pero quería sentirlo ya.

  • ¡Uy mi amor! Eso es más que sudor… – Dijo mamá con sorpresa.
  • Perdón ma… – Respondí muy apenado.
  • No hay porque mi amor, eso es normal. Pero mira nada más, mi chiquito ya tiene vellitos como todo un hombre. – Exclamo mamá mientras deslizaba sus manos por mi pubis, mi pene y mi escroto, escudriñando entre mi vellosidad.
  • ¿Tengo mucho? – Pregunte tontamente.
  • Más o menos mi amor, pero si quieres te llevo con Elenita para que te depile. – Dijo mamá mientras seguía acariciando mis partes.
  • ¡Mamá! ¡Pero ella es mujer! – Respondí sin razonar y bastante avergonzado.
  • ¿Entonces prefieres un hombre? Jajaja… – Respondió mamá riéndose a carcajadas.
  • ¡No mamá! Solo lo decía por la sorpresa, ella me conoce desde niño y me daría vergüenza. – Dije con cierto recelo.
  • Me has hecho reír mi amor, pero por eso mismo, Elenita podría hacerlo con toda confianza y cuidado. – Respondió mamá al tiempo que sus dedos se encontraron con el camino de fluidos.
  • Bueno ma, si tu crees que debería confió en ti. – Le dije con más tranquilidad.
  • Si mi amor, te dejara muy bonito a tu penecito. – Añadió mamá mientras esparcía mis fluidos por mi pubis.
  • ¿A ti te dejo bonita tu zona intima?

Al escucharme decir aquello, mamá se quedó petrificada. Era mi manera de desquitarme, por fin había podido hacerla sentir incomoda con algo, y sobre todo después de ese ultimo chiste de mal gusto sobre que me depilara un hombre. Su mano se detuvo en seco con el juego en mis partes y la retiro muy sutilmente de mi pubis.

  • Si mi amor, supongo que esta bien… – Dijo mamá con mucha vergüenza en su voz.
  • ¿Esta igual de suave que tus piernas? – Pregunte mostrándome más interesado y en control de la situación.
  • Si no lo está, Elenita me estafo jajaja… – Respondió algo nerviosa.
  • ¿Quieres que lo vea ma?

Era el todo por el todo, si iba a pasar algo sería en ese momento. No era yo el que preguntaba, era mi excitación, por un momento se me olvido todo tipo de repercusión o miedo, quería eyacular, quería sentir el calor y la euforia del sexo y por más raro que fuera, este parecía ser el mejor momento, oportunidad y experiencia que podría tener.

Mamá miraba en dirección a mis pies, casi como si estuviera buscando un punto vació en el cual perder su concentración y salirse de esa encrucijada en la que ella sola se había metido; su mano había dejado de juguetear en mi pubis, pero aún se mantenía extendida en mi abdomen, con su antebrazo como almohada de mi glande.

  • Seria bueno mi amor, pero más tarde que nos vamos a atrasar donde tu abuela. – Dijo mamá recuperando la compostura. – Vístete amor para irnos de volada.

Mamá me dio un par de palmadas en el abdomen, se levanto de la cama, se agacho para tomar la licra y sus zapatillas, pero a su vez empino sus nalgas como una suerte de premio consuelo o agradecimiento por jugar con ella; esos muslos redondos me enloquecían y por un leve momento vi el pequeño bultito en forma de capullo entre sus piernas, sus labios vaginales envueltos por ese interior negro, presionados, pero seguramente suaves al tacto.

Con sus prendas en las manos salió de mi habitación rumbo a la suya mientras me dijo al aire:

  • Tienes 5 minutos.

Por mi parte, tenia una erección tremenda y un deseo pasmado; no me masturbaría de nuevo, no tenía tiempo, así que me levante rumbo al baño a asearme con una toalla para vestirme, pues el almuerzo con la abuela seria bastante largo y aburrido, o bueno, así solía ser antes de este día.

Continuara…