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Orgía de madres

Gracias al chat que sostuve con personas que tenían similares relaciones incestuosas con sus familiares, logré contactar a varios colegas que tenían la misma inquietud que yo. Ofrecían a sus madres a los placeres carnales a cambio de otra madre deseosa de lo mismo. Y había participado de un intercambio pero a la otra pareja nunca le dije que era mi mamá a la que follaba en sus narices. Eso permaneció en secreto. Pero ya era hora de admitirlo al menos dentro de cuarto lleno de cuerpo desnudos y que nos excitarnos con la escena.
Facundo y Esther fueron las personas que nos contactaron luego del leer nuestros relatos. (aclaro que muchas veces mientras escribo, mi madre por debajo del escritorio me chupa los huevos y se mete mi verga en la garganta). Estuvimos coordinando durante dos semanas el encuentro. Nos enviamos algunas fotos y corroboramos que todo era cierto. ¿Cómo lo hicimos? En el gran y hermoso culo de mi madre escribí algo que facundo me pidió y el hizo lo mismo con la perra de su progenitora. Una vez ambos acordamos encontramos en la casa de ellos un viernes por la mañana. Por lo que tuvimos que faltar a nuestras obligaciones.

Quería que todo saliera muy bien. Un día antes del encuentro, fui con mi puta incestuosa a un hotel muy discreto. Ahí prepararíamos nuestros cuerpos.
Con mi madre abierta de piernas en la cama y con todo su sexo al descubierto, empecé a depilarla. De vez en cuando metía mis dedos o jugaba con su clítoris. Vi cómo rápidamente su labios se humedecían del placer. Quería metérselo ahí mismo.

  • Métemela un ratito- decía gimiendo-.
  • Al culo te la voy a meter
  • No, en mi conchita por favor.

Terminé de depilarla y estaba para ser ensartada patas arriba. Lo hice con furia hasta que me pedía que le pegara.
-pégame, dame duro.
La daba nalgadas fuertes. Asi estuvimos durante varios minutos hasta que se corrió. Se sentó al borde la cama y me pajeo mientras me miraba a los ojos.

  • ¡dónde quieres venirte?
  • En tu cara, mamá
  • ¿ me vas a dar tu lechita?
  • Sí, putita.
  • Soy tu puta cachonda. Adicta a tu leche.
    Sosteníamos la mirada fija y pajeaba con más rapidez. Se puso de rodillas y me saco la lengua esperando el chorro en su cara cerrando los ojos.
    Me acerqué a su rostro y le puse la verga a pocos centímetros para que pudiera olfatear nuestros líquidos sexuales.
    -Dámela toda, mi amor.
    Me agité la verga rápidamente y ella entreabrió los ojos y un gran cantidad de semen cayó en sus ojos, nariz y cayo por la lengua. Ella se retiró todo el líquido con el dedo y lo colocaba en su lengua. Haciendo mucho ruido.
    -mmmmmmmmmmmmmm- murmuraba mientras saboreaba cada gota-.
    Agarro mi pene y lo apretó para sacar hasta lo último. Agarré mi móvil y mientras ella seguía arrodillada con el semen en la cara, le saqué una foto. Se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se animó a sacar la lengua como lo haría cualquier quinceañera e hizo la señal de amor y paz con la mano que tenía residuos de mi semen.
    Yo me dirigí al baño a limpiarme y a depilarme. Dejé la puerta abierta y ella se recostó desnuda sobre las sábanas. Limpiando su sudor. Yo la contemplaba de vez en cuando.
    Luego de unos minutos y completamente depilado, le dije que se metiera un plug anal y se lo dejara hasta el próximo día. Así dilataría el ano y nos daría paso a una buena sesión de sexo. Ello lo hizo untando algo de aceite en él y se lo dejó ahí. Dormimos como una media hora desnudos.
    EL DÍA ESPERADO
    Aparentemente, mis hermanos ni mi padre, habían sospechado de la escapada que nos dimos. Había llegado el viernes y estaba muy excitado. La familia estaba ausente y tomamos un taxi a la dirección que facundo me proporcionó. Llegamos en media hora. Durante el camino, le metía las manos en las tetas a mi madre y ella me agarraba el bulto. El taxista miraba a través del retrovisor pero no nos dijo nada. Era un juego.
    Al llegar, bajamos y busqué casa. Según la dirección, tenía una fachada azul con un gran jardín. Toque varias veces y una madura muy buena salió por la ventana.
  • Soy Carlos, busco a facundo y a Esther
  • Ah sí, espéranos un momento ya bajamos.
    Mi madre me nalgueó diciéndome:
  • Está buena, ¿no?
  • Así parece
    En mi mente solo pensaba en meter mi pene en la boca de Esther. Tenía una voz dulce. Mis pensamientos se interrumpieron cuando Facundo abrió la puerta.
  • Hola, pasen.
  • Gracias. Facundo, ¿no?
  • ¿Quién más?

Mi madre y yo nos miramos lascivia. Facundo lucía joven casi como yo aunque él dijo que tenía 20 años. Seguimos a facundo hasta la sala. Ahí estaba Esther sentada. Hubo un silencio incomodo pero luego hicimos las formalidades de presentarnos. Hablamos un poco del clima y tonterías parecidas pero luego mi madre dijo si le podían prestar el baño para prepararse. Eso era porque debía sacarse el plug anal y limpiarse bien el ano. Esther la acompañó.
Me quedé con Facundo y le pregunté:

  • Están completamente decididos?- le cuestioné-.
  • ¿de todo, no?
  • De todo, amigo.
  • ¿Y la casa?
  • Es de mis abuelos. Pero están de viaje.
  • No hay problema.
  • Ninguna. ¿Ustedes tienen alguna condición?
  • Le puedes hacer de todo a mi madre pero siempre díselo antes.
  • Con la mía igual.
  • Tienes buenos relatos. Todos son tuyos
  • Tengo más con otras cuentas de cosas que me cuentan e imaginación pero los de mi cuenta son fidedignos como podrás corroborar en un momento.
  • Estupendo. Mi mamá quiere que la hagas un anal y que yo se la meta por la concha
  • Hecho, hermano.
  • Eso seremos después de follarnos a estas hembras.

Pasaron los minutos y decidí ir al baño a ver qué pasaba. Facundo me indicó dónde quedaba y me dirigía hacia allá. En mi camino me topé con Esther Que iba con una bata y cuando me vio, descubrió su cuerpo. Llevaba una linda lencería que dejaba ver sus tetas. Con orificio en la parte de su sexo. Luego se tapó inmediatamente y me sonrió se aceró a mi oído y me dijo:

  • Yo ya tengo el ano limpio, dile a tu mamá que se apure y se marchó.
    Esa voz de madura coqueta me excitó demasiado. Y luego salí de mi fantasía. Toqué la puerta del baño.
  • Está abierto, pasa.
    Mi madre estaba terminando de ponerse un conjunto de látex que había comprado. La prenda le hacía ver más estilizada. Se puso tacones, pinto su boca de negro y acomodó las tetas.
  • Nos están esperando- le dije-.
  • Deja que termine de ponerme maquillaje, dijo coquetamente.

Asentí con la cabeza y fui a la sala.

Esther se encontraba de rodillas mamando la verga de su hijo emitiendo sonidos con la boca exageradamente. Dejaba caer saliva y la sorbía de nuevo.

  • Así es ella, no se resiste.
  • Pero esperamos a la mía que me da envida verlo así.

Ambos rieron y se incorporaron. Dos minutos después apareció mi madre con su conjunto de látex que mostraban las tetas afuera y con orificios en el culo y la concha.

  • Cómo iniciamos?- pregunté-.
  • Te la quiero chupar, Carlos- se animó Esther-

Mi madre (Diana) se sentó en el sillón, recostó su espalda, abrió las piernas y llamo a facundo a que la chupara la vagina.

  • Primero tienes que ganarte esta rajita- sedujo mi puta madre- chúpamelo como lo haces con mamá. Ahora yo seré tu mamacita.
  • Ahora tengo dos mamás- se excitó facundo.
    Se acercó a la concha depilada de mi madre y le dio un escupitajo y empezó a lamer. Esther se metió mis bolas a la boca y empezó una de las mejoras chupadas que me han dado, sin desmerecer a mamá.

La madre de Facundo es una mujer de aproximadamente 45 años, cabello corto y negro, piel blanca y tiene grandes senos, aparentemente operados. Su culo tiene forma de corazón invertido y un poco de pancita. Como si fuera alguna actriz porno madura. En el sexo, Esther, que es el nombre que me dio, es una experta mamadora de glandes. Se introdujo todo mi miembro hasta que se atragantaba y lagrimeaba. Ella, arrodillada, hacía pequeñas pausas para masturbarme y admirar mi verga que se introducía con mucha satisfacción. Me parecía curioso que producía bastante saliva, como las perras cuando distinguen comida. Ella, por supuesto, quería comerse toda la longitud de mi pene, perfectamente humectado gracias a su boca. Yo colocaba mis manos sobre su cabeza al ritmo del mete-saca se su hocico. Dejaba caer toda la baba entre su escote. Lamía y relamía todo mi sexo. Succionaba la bolsa de mi escroto y se detenía para decir:

  • Qué rico sabe. Toda la leche que hay aquí será mía.
    Sentí que salía líquido pre seminal y ella lo succionó con placer.

De pronto sentí que me estaba perdiendo de algo extraordinario. A pocos centímetros, contemplé a mi madre abierta de piernas, sobre el sofá, cediéndole su vagina a Facundo. Él estaba arrodillado lamiendo los labios vaginales, lo humedecía para introducir un dedo, luego dos y tres. Él también poseía cabello negro como su madre, pero no era tan blanco como ella. Era delgado y de mirada penetrante. Facu olía ese chocho y murmuraba cosas que no llegué distinguir. Probablemente decía lo bueno que era comerse esa vagina. Ella gemía agradecía con jadeos y llevaba los dedos a su clítoris para sobarlo con violencia.
Durante el cunnilingus de facundo hacía mi madre/puta, esta última interrumpió su disfrute para ver, con ojos muy abiertos, cómo Esther me practicaba sexo oral, y luego su mirada chocó con la mía. Sabíamos que nuestro morbo había llegado muy lejos y sonreímos con malicia.

Habíamos empezado muy bien la faena. Era turno de devolver favores. Así que intercambiamos posiciones.

Me saqué completamente los pantalones y senté a Esther sobre el mismo sofá en el que estaba mi madre gozando. Menos mal que cabían ambas. Me puse de rodillas al costado de Facundo y ni se inmutó. Ahora saboreaba y metía los dedos en el ano de mi madre. Ella cerraba los ojos y se mordía los labios. Dejé que disfrutaran. Me sentía bien.
Esther acomodó su cabeza en el espaldar y se sacó las tetas, sin quitarse el brasier transparente, mientras le bajaba la tanga con encaje. La prenda estaba mojada y con un fuerte olor riquísimo.

Noté que, a diferencia de mi madre, Esther se hizo el diseño de un triángulo en su monte de venus. Me pareció excitante el detalle y que la figura apuntara a su rajita. Su sexo estaba muy bien cuidado y tenía bastantes lunares. Rápidamente Esther puso sus piernas sobre mis hombros y me invitó a hacer lo que quisiera con su vagina.

  • Es toda tuya. Me gusta que me muerdan.

No le dije nada y me abalancé sobre sus labios perfectamente lubricados. Busqué rápidamente su clítoris y empecé a jugar con él.

-Ahí, ahí- afirmaba mi nueva perra-.

Con una mano, ella me sobaba la cabeza como diciendo “buen chico” y con la otra jugaba con sus tetas y apretaba sus pezones que se endurecían cada vez más. Estábamos en la gloria. Teníamos a dos perras incestuosas ofreciendo sus preciadas conchas. Ambas jadeaban y ordenaban. Nos tenían como sus perros.

Un par de minutos después, Facundo tomó a mi madre y le dio vuelta. Ahora ella apoyaba sobre sus piernas en el sofá y tenía brazos en el respaldar. Exhibía su gran culo. Facundo lo manoseó y hacía sonar el latex que mamá traía puesto. Introdujo su lengua en el ano por el orificio que tenía el conjunto que ella llevaba y metía dedos en su coño. Así estuvo un buen rato hasta que se quitó la ropa y dejó al aire su miembro. Era casi de mi tamaño, doblada hacía la izquierda. Nuevamente acomodó a mi progenitora y la arrodilló para que se la chupara. Se la metió con violencia y ella casi ni pudo reaccionar y ya tenía la polla en la boca. Me gustó verla sometida por otro. Con ese traje negro.
Se la chupó con rapidez e intentaba hablar. Qué rico se oye una mujer cuando quiere decir algo teniendo una pija en la boca.

Traté de no distraerme tanto porque tenía que complacer a Esther. Ella fue muy profesional conmigo. Entonces le pregunté:

  • ¿Quieres que te la meta ya?
  • Sí, hazlo ya.
  • Quiero que tu hijo vea como te penetro.

Me incorporé y puse en cuatro a Esther sobre el sofá. Me saqué la camiseta y quedé completamente desnudo. En sus nalgas, Esther también tenía varios lunares y pasé mis largos dedos sobre su culo.

  • Facundo, – le advertí- mira cómo se la meto a tu mamá
  • Dale colega, dale duro a esa perra. Y mira cómo la zorra de tu madre se come mi verga.
  • ¿Qué tal lo hace?
  • Tiene talento para mamarla.

Introduje mi miembro en su panocha con lentitud. Sentí cómo sus paredes vaginales me recibían cálidamente.

  • Qué delicioso. Mira, Facu, mírame – dijo Esther con voz excitada-. Hijo, mírame.
  • Eres toda una putita, mamá- le respondió él- ¿Te gusta su verga?
  • No, me gusta. ¡Me encanta!

Empecé a empotrarla una y otra vez. Le daba nalgadas pero ella me gritaba que quería que le diera más fuerte. Miré a Facundo y asentía. Así que le di más fuerte hasta dejarle el culo rojo. Era masoquista. Me hubiese encantado jalarle de los pelos, pero llevaba una cabellera corta.

La agarré con ambos brazos y los jalé hacía atrás. Ella se apoyaba solo sobre su cabeza piernas. En el sofá. Así le introducía mi miembro. Entré en un éxtasis que no me fijé en qué momento, mi madre y facundo empezaron a copular. Él se recostó en el suelo y ella lo montaba. Le daba cachetadas y se movía en círculos sobre su verga.

  • Pídeme que te dé más fuerte – ordenaba mi mamá-.
  • Más fuerte.
  • Agárrame del culo.
  • ¿Así, Diana?
  • Ahora apriétalo contra tu pene.
  • Así, amor, así.
  • Qué bien lo haces. Sigue así.

Se decían guarrerías. Mi madre se calentó tanto que fue directo al cuello a besarlo y morderlo. Pero seguía moviendo el culo para que la polla de él siguiera sacándole los jugos.

Mi madre es una mujer de fácil orgasmo con unos movimientos más y con la chupada de tetas que le estaba dando facundo, ella se corrió. Terminó sudada sobre el cuerpo de Facundo pero él quería más. Ambos se pusieron de pie y fueron a otro sillón más pequeño. Mi progenitora se recostó colocó los pies sobre los hombros de Facu y él dirigió su miembro a su orificio vaginal y volvió a darle.

Por mi parte, seguía penetrando a Esther pero quise cambiar de posición. Me senté y ella hizo lo mismo encima de mí. Me cabalgaba y sus grandes tetas chocaban en mi cara.
-Chúpalas, muérdelas, juega con ellas, bebé.

No perdí el tiempo y así lo hice. Eran grandes pechos, mucho más que los de mi madre. Su hermoso cuerpo rebotaba sobre el mío. Eso me impedía ver qué estaban haciendo la otra pajera incestuosa de la sala. Esther se movía tan bien que sentí que un gran chorro de leche estaba punto de salir y le dije que cambiáramos de posición.

  • Unos segundos más, espera- me contestó.
  • Estoy apunto de correrme. Aguanta un poco más.
  • Pero…
  • Aguanta, mierda- dijo con súplica y con los ojos cerrados mientras rebotaba sobre mi pene.

Hice lo posible. Traté de pensar en otra cosa pero las tetas sobre mi cara, su buen culo y esa vagina jugosa y su agitada voz me lo impedían. Además escuchaba cómo mi hermosa madre era penetrada y decía groserías. El choque de sus pelvis era fuerte. Era imposible pensar en otra cosa. Aguanté como pude y sentí de pronto sentí mucho líquido sobre mis genitales.

Esther me abrazo y asfixio con sus tetas. Maravilloso. Era una mujer de orgasmos con squirt: eyaculación femenina, como otros le llaman. Nuestras piernas se mojaron con su corrida y alzo su culo para sacar mi pene. Se sentó al costado y ambos quedamos con la mirada hacia Facundo y mi madre copulando. Era como si estuviéramos en el cine viendo una porno. Con su mano derecha me pajeaba mientras mirábamos y con su izquierda se masturbaba.

  • Hay que unírnosles- me dijo al oído-.
  • De una vez. Aún no me corro.
  • Lo sé, corazón. Vamos.

Caminamos desnudos hasta ellos. Esther cogió a su hijo por detrás y se besaron. Fue un beso sucio. Separamos a los amantes. Senté a mi madre e introduje mi verga sin permiso. Ella respondió rápidamente.

  • Chúpala, perra- ordené-.
  • Soy una sucia. La quiero en mi vagina.
  • Primero chúpala
  • Por favor, la necesito en mi vagina. Ahora quiero correrme con tu pene.

Sentí que Esther me cogió por atrás. Aprecié sus grandes tetas. Me acariciaba todo el pecho y me susurraba al oído obscenidades.

  • Qué puta es tu mamá. Quiere que la preñes. Quiere tu semen.
  • Sigan, así. Qué bien se siente estar entre dos maduras.

Mi madre succionaba mis huevos y los lamía como si fueran paletas.
Facundo empezó a hacerse una paja en la cara de mi madre mientras me la mamaba . Así que ella decidió turnarse las pollas. Mientras chupaba una, pajeaba otra. Dio escupitajos en cada miembro hasta quedarse sin saliva. Las manos de Esther Acariciaban nuestros culos y nos nalgueaba.

  • Chupa, perra, chupa- Esther estaba excitadísima-.
  • Mira cómo se la chupo a tu nene- contestaba-. Huele a mi vagina. Mmmmmm …
  • Y el pene de tu hijo a mi conchita.
  • Mmmmm… Sí y sabe bien.
  • Mucho contigo. Ahora quiero que me den. Pero aquí será imposible. Subamos.
    Nos detuvimos de golpe. Sudorosos. Esther me cogió del brazo y me hizo subir por las escaleras. Sus tacos sonaron fuerte.
  • Suba con cuidado, señora – señaló Facundo-.
  • No me digas señora, dime Diana.
  • Está bien.
  • Quiero tu leche adentro.
  • ¿Culito?
  • Ya veremos jajajjaja

Los tacos de mi madre también hicieron bastante ruido y Facundo le dijo que tuviera cuidado para que no se cayera. Eran tacos punta.
Llegamos a una habitación con una cama King, se veía muy confortable. Esther me tiró y se puso encima, me masturbó un rato y metió mi pija en su concha. Se sentía súper cómodo. Facundo llegó con mi madre, sacó lubricante y un par de dildos de una cómoda. Se colocó detrás de su madre. Hizo unas maniobras para lubricar el ano de la mujer que le dio la vida e introdujo lentamente su pene. Era lo que quería Esther: su doble penetración. Soltó un pequeño grito de dolor. Se repuso y se movió.

  • Qué rico carajo. Qué rico. Si, Sí, así. Dale, Facu. Así dámelo.
    Dos vergas jóvenes le daban un placer sin lugar. Casi al punto de poner los ojos blancos. Agarraba las tetas y las apretaba.
    Una vagina se puso en mi cara, cortándome la visión.
  • Mami también quiere a su bebé dentro, aunque sea la lengua. Mmmmmm…

¿No es la gloria? Follándome a la madre de otro y con mi madre pidiéndome placer. Pero no todo puede salir tan bien. En mi éxtasis escuché unos ruidos provenientes de afuera y la puerta de la habitación, que estaba entrecerrada, se abrió de golpe. Alguien había entrado.
Continuará.