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Mi camino bisex 2

Las familias volvieron luego del medio día tal como habían dicho. Nicole llegó hecha un fuego y pasó toda la tarde intentando arrastrarme hasta algún rinconcito escondido de la chacra para tener sexo. Usualmente hubiese estado encantado con su iniciativa, pero esa tarde mi mente estaba en otro lado, no paraba de pensar, con terror y ansiedad, en lo que me había dicho el casero y en lo que estaba seguro que quería hacer conmigo.

Fingí seguir mal y a ella la calme luego de la cena metiendo mi mano debajo del largo mantel de la mesa, levantando su pollerita y corriendo su delicada tanguita a un costado hasta llegar a su clitorís con mis hábiles dedos, todo esto mientras sus padres estaban a escasos metros.

Ella apretaba los dientes para no gemir, abría las piernas e inundaba mis dedos con sus flujos mientras que yo, mirando la pantalla de la tele para disimular, solo pensaba en cómo hacerme de un set de lencería esa noche para complacer el pedido de Pablo, el casero.

Todos nos retiramos a nuestros dormitorios, apagué la luz e impaciente esperé una media hora hasta que ya no se escuchaban ruidos en la casa ni se veían luces prendidas por debajo de las puertas de los dormitorios. Hice el intento de entrar al dormitorio de Nicole para volver a tomar el set que había usado en la tarde pero al abrir la puerta se movió en la cama y aborté esa idea de inmediato.

Solo me quedaba una chance y fui sigilosamente a recorrer los baños para hurgar en los canastos de la ropa sucia. En el primero no encontré nada pero en el segundo, que estaba ubicado al lado del dormitorio de mis suegros encontré la ropa que había usado mi suegra esa tarde y que para mi sorpresa, al igual que su hija, detrás de esa fachada de señora conservadora había lencería muy sensual y delicada.

Me desnudé ahí mismo y comencé a colocarme primero su delicada tanguita de satén y encaje blanca con voladitos rosa, al hacerlo noté que tenía manchas de flujo y no pude evitar oler el dulce aroma de la conchita de mi suegra. Luego me la calcé como siempre escondiendo al subir mis testículos en mi interior y mi pene para atrás.

Para mi sorpresa la lencería de mi suegra también me quedaba como pintada y se sentía a la vez más cara y fina que la de Nicole. Luego vino el soutien tipo halter con aros preformados y relleno, nunca había usado uno así y me encantó porque el preformado hacía parecer que tenía unos pequeños pechos debajo. Ya excitado por sobre mi control me tenté con lo que había sobre la mesita del lavabo y tomé una vincha de las que usaba para maquillarse con la que llevé mi melena para atrás, así como también un lápiz de labio rojo intenso.

Mi experiencia con el maquillaje era casi nula pero en ese momento estaba tan excitado y queriendo sentirme femme que no lo dudé y me lo apliqué en los labios.

Cuando me vi al espejo me sentí muy bien con la imagen, en cualquier otro escenario mi pene estaría duro saliéndose por el costado de la tanguita pero los nervios y la ansiedad eran tales que estaba super flácido y apretadito entre mis piernas dejándome una imagen de entrepierna plana y muy femenina.

Me puse la ropa de hombre por encima y muy sigilosamente salí de la casa camino a la casita que quedaba al lado de la piscina, allí había baños, un cambiador y un depósito. Fui probando las puertas hasta que pude abrir la del depósito, adentro encontré la habitación casi vacía con una luz tenue en una esquina y un colchón grande tirado en el medio del piso, eso sí, con sábanas puestas. Pablo me había pedido que lo espere ahí así que tembloroso entré y cerré la puerta tras de mí, sin saber cuánto tenía que esperar y con la ansiedad por las nubes decidí sacarme la ropa de hombre y quedarme solo con el conjuntito de mi suegra.

Caminaba en círculos alrededor del colchón cuando de golpe se abrió la puerta y yo quedé nuevamente petrificado. Al ver que era Pablo quien entraba me calmé un poco pero aún así quedé paradito y quieto con las piernas juntas y las manos cruzadas delante. Pablo trancó la puerta tras de sí y me dirigió una mirada que nunca olvidaré, como la de un predador estudiando su presa.

Me ordenó que deje de taparme con las manos, que las apoye en mi cintura y que dé unas vueltitas para él. En silencio y con las rodillas temblando seguí sus órdenes girando sobre las puntas de mis pies e instintivamente sacando cola para atrás al darle la espalda. Cuando terminé de dar la vueltita descubrí que él ya estaba semi desnudo, solo en boxer bajo el cual se percibía un bulto importante que no parecía poder permanecer ahí adentro por mucho más.

“Nunca pensé que un putito me pudiera excitar tanto, no sé si es la leche acumulada que tengo pero sos una bomba pendeja, mirá lo que es esta cola” Tras decir eso se acercó a mí, me tomó de la cadera con sus manos grandes y me dió vuelta como una muñeca, sentir sus manos fuertes sobre mi piel me erizó toda la espalda.

Parado tras de mí comenzó a masajear mis nalgas con sus manos mientras que su boca besaba mi cuello, si sus manos me habían erizado, sentir su respiración y sus labios en mi cuello fue un shock. No daba crédito de lo que estaba pasando, estaba helado, respirando rápido y temblando en una mezcla de miedo, anticipación y excitación que me absorbió completamente.

Sus manos pasaron de mis nalgas a mis muslos recorriendo mis caderas por el borde de la tanguita.

Luego subieron por mis muslos a mi panza y pechos mientras su boca seguía entretenida en mi cuello y fue ahí que sentí por primera vez la dura forma de su pene atrapado en el boxer apoyarse entre mis nalgas

. En ese momento algo se prendió en mí, todas esas fantasías se estaban volviendo realidad y no pude permanecer más quieta. Mis manos acompañaron a las de él sobre mis pechos falsos y empujé mi cola hacia atrás para sentir aún más la dureza de su pene con mis nalgas.

El devolvió el gesto empujando su pene hacia adelante y mordiendo mi cuello hasta arrancarme el primer gemido. Luego se agachó besando toda mi espalda hasta llegar a mis nalgas, las cuales mordió y lamió enteras para luego correr la tanguita de mi suegra aun costado y hundir su cara entre ellas llegando a mi ansioso agujerito con su lengua. Cuando sentí su lengua entrando en mi ano creí que me desmayaba, que sensación y excitación, temblando caí de rodillas en el colchón quedando en cuatro mientras que él me tenía fuertemente tomada de las caderas controlando mi cuerpo entero y con su cara totalmente hundida entre mis nalgas.

Me descubrí a mi misma empujando hacia atrás con mis caderas para sentirlo más adentro, su lengua me estaba brindando una sensación nueva, húmeda y muy placentera. Yo estaba de ojos cerrados, cuerpo temblando de pies a cabeza y soltando, cada vez que su lengua entraba y salía de mi, un gemidito muy natural y femenino. Mientras tanto mis testículos seguían en mi interior y mi pene era como si no existiera, seguía flácido y atrapado entre mis piernas, parecía que todas mis terminales nerviosas se hubiesen escapado hasta mi ano que no paraba de recibir húmedas caricias.

De pronto sentí como su cara abandonó mi ano y sus manos mis caderas. En cuatro como estaba solo atiné a girar la cabeza y mirar para atrás por encima de mi hombro. Lo vi pararse alto y fuerte, dejar caer el boxer por sus piernas y volver a arrodillarse tras de mí con su pene, que en aquel momento me pareció gigante, apuntando directo a mi ano mientras que sus ojos se cruzaron con los míos y me dijo:

“Te voy a volver adicta a esto putita, me tenés loco”.