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No me gusta dar el culo, pero si lo hace mi mujer me encanta!

En ocasiones, reconozco que llegaba con unas cuantas copas encima, además con muchas ganas de darle por el culo a mí mujer.

Y aunque mi esposa de mala gana me complacía, siempre me decía. “Un día de estos te voy a joder para que aprendas, y sepas lo que lo mismo que yo siento.”

Lo cierto es que yo no le hacía el menor caso, además jamás me preocupé realmente, por lo que ella pudiera llegar hacerme, ya que desde mi punto de vista le faltaba lo principal.

Así que una noche que llegué bien entrado en tragos, mi mujer como cosa rara, me estaba esperando prácticamente desnuda, pero además de eso, lo primero que hizo al verme, fue darme un buen trago de ron.

Cosa que a mí me encantó, no tan solo verla como me recibió, sino que además me diera de beber.

Luego puso un video, y aunque ella no tiene preferencia por ese tipo de material, como a mi si me gusta, a medida que ella me fue desnudando, y acariciando por todos lados, yo mientras seguía bebiendo también seguí viendo los videos.

En los que en la mayoría era de sexo anal, pero de momento me doy cuenta de que estoy viendo algo raro, en lugar de ser el tipo quien se clavaba a la tipa, era la tipa quien le enterraba a su pareja, una tremenda cosa por el culo. Lo gracioso para mí era que, al tío, parecía gustarle y mucho.

Fue en una de esas que mi mujer, acariciando mis nalgas me preguntó si me gustaría probar eso. A lo que yo en medio de mi borrachera, creo que no llegué a decirle que sí, pero tampoco le dije que no.

Por lo que de momento veo a mi mujer con una cosa pegada a su cuerpo, por medio de unas correas, que me quedé con la boca abierta. Y antes de que yo fuera a decir algo, mi mujer me dio otro trago. Y sin dejar de acariciar mis nalgas, comenzó a decirme. “Vamos deja que yo lo pruebe.”

Lo cierto es que yo estaba tan y tan ebrio, que no lo único que recuerdo, de esa primera vez, fue que mi mujer comenzó a pasar sus dedos llenos de vaselina por mi ojete.

De lo demás ni me acuerdo, ya que al parecer perdí el sentido, pero ella no perdió su oportunidad, ya que aun y estando yo así, me penetró.

Al siguiente día amanecí, además de mi dolor de cabeza, también sentí que me dolía el culo. Pero la manera de actuar de mi mujer fue bien distinta, me dio un beso, me acarició todo, y me dijo que lo había disfrutado tanto que le gustaría que lo repitiésemos.

Yo la verdad es que ni idea tenía, de que ella me hablaba. Hasta que a la hora de la cena esa noche me dijo lo que me había hecho. Yo no lo podía creer, y hasta le dije del mal que iba a morir, en pocas palabras me molesté con ella.

Pero en cambio mi esposa seguía actuando muy amorosamente conmigo, diciéndome que a medida que me fue penetrando, yo gemía de placer, y que al tiempo que ella me apretaba contra su cuerpo, yo no dejaba de mover mis nalgas, repitiéndole que me diera más duro.

Yo realmente no me acordaba de nada de eso, por lo borracho que estaba esa noche, pero como ella vio que yo realmente estaba muy molesto con ella, despidiéndose de mi me dio un beso, diciéndome que iba llegar tarde a su trabajo.

A la semana, volví a regresar medio borracho a casa, nuevamente ella me recibió completamente desnuda, me volvió a traer un trago, y entre caricias y besos comenzó a desnudarme.

Sus manos no salían de mis nalgas, hasta que me dijo. “Mi amor, ahora te toca a ti.” Yo ni idea tenía de lo que ella me hablaba. Hasta que la vi nuevamente con esa cosa colgando entre sus piernas, diciéndome. “Querido ponte en cuatro, que hoy me toca a mí darte por el culo.”

Al principio yo ni idea tenía de lo que ella me hablaba, pero luego recordé en parte lo que me había pasado la semana anterior, y aun negándome a aceptar que eso me hubiera pasado, ella entregándome un fuerte trago, de momento me dijo seductoramente. “Si tú quieres volver acostarte conmigo vas a tener que cumplirme. Así que ponte en cuatro, cariño.”

Yo la verdad, como que no me quedó más remedio que hacerle caso, y tras darme el trago, comencé a sentir sus besos, y caricias, así como sus dedos me embadurnaban con vaselina mi culo, y luego como aquella tremenda monstruosidad, comenzó a enterrármela.

Lo raro fue que, en ese instante, como que el que fuera mi mujer quien me estuviera dando por el culo, lejos de molestarme, o dolerme, me gustó.

Si sentí como toda aquella cosa me fue penetrando, como mi esposa, lo empujaba con sus caderas, una y otra vez, al tiempo que yo no se dé donde ni como, yo comencé a mover mis caderas, buscando sentir eso que mi esposa me enterraba más, y más dentro de mí.

Quiero serles franco, no es que me guste que me den por el culo, pero si lo hace mi mujer me encanta.

Yo he llegado hasta mamar aquella cosa que ella se pone entre sus piernas, de la misma manera en que ella me ha mamado mi verga, o yo su coño.

Lo que aún no termino de entender es por qué ella quiere que yo me depile todo mi cuerpo, y me ponga su ropa íntima.